lunes, 25 de febrero de 2013

"Se equivoca quien crea que la misión profética de Fátima ha terminado": Benedicto XVI (Mayo 2010)

En dos ocasiones, durante su visita a Fátima en mayo de 2010, el Papa señaló que el contenido del Tercer Secreto de Fátima tiene un significado de futuro, como tratando de manifestar una inquietud personal. También declaró que la persecución más violenta proviene del interior de la Iglesia.
 
No es la primera vez que declara algo parecido. En el año 2003, siendo aún cardenal, Joseph Ratzinger admitió públicamente, en una entrevista en el canal EWTN de la Madre Angélica, que la interpretación del Tercer Secreto podría ser diversa a la ofrecida en junio del año 2000 y referirse a un acontecimiento futuro, y no al atentado que sufrió el Papa Juan Pablo II en 1981, como se quiso hacer creer en el año 2000. Y algo más revelador aún: a Mons. Williamson, Ratzinger le confesó que el entonces secretario de Estado lo obligó a aceptar esa interpretación: “Sodano me torció la mano” (ver Paronama Católico, Vol. 2, No. 14 (12/01/07).
En efecto, la revelación que tuvieron los pastorcitos de Fátima no se puede referir al atentado en plaza San Pedro. Los niños vieron, como bien dice el comunicado del 26 de junio del 2000, a un obispo vestido de blanco (que temían fuera el Papa) huyendo de una ciudad en ruinas, sobre los cadáveres de muchos sacerdotes y laicos, para posteriormente ser asesinado de forma violenta.
Cuando el atentado de 1981 Roma no estaba en ruinas, el Papa Juan Pablo II no salió huyendo, no había cadáveres por las calles, y no fue asesinado posteriormente. Es decir, no hay absolutamente ninguna concordancia de ese hecho con la visión que tuvieron los niños.
Por otro lado, si de verdad se refiriese a ese acontecimiento histórico, ¿por qué esperar veinte años para darlo a conocer?
No. La visión que tuvieron los tres pastorcitos se refiere a un acontecimiento futuro de la Iglesia que al día de hoy no ha tenido verificación. Además, cabe mencionar, la visión que tuvieron corresponde casi textualmente con la revelación que tuvo el Papa San Pío X en 1909: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”. Ese acontecimiento claramente no ha tenido aún verificación.
El punto medular y delicado de la cuestión es que después de la visión que tuvieron los niños, la Virgen María les dio a conocer el significado de la visión, explicándoles claramente lo que sucederá con la Iglesia, y esas son las palabras explicativas que el cardenal Angelo Sodano intencionalmente ocultó, dándole a la visión un significado diverso.
El hecho de que después de cada una de las visiones la Virgen les daba a los niños las palabras explicativas quedó evidenciado por lo que contó la Hermana Lucía: los tres veían las visiones, pero solo Lucía veía las visiones, escuchaba las palabras explicativas de la Virgen y, además, hablaba con Ella. Jacinta veía las visiones y escuchaba las explicaciones, pero no hablaba con la Madre de Dios. Y Francisco solamente veía las visiones, no hablaba ni tampoco escuchaba las palabras de la Virgen, por lo que explícitamente la Virgen les dijo a Lucía y a Jacinta: “esto no lo digáis a nadie, a Francisco sí podéis decírselo”.
En el año 2000, el secretario de Estado, Angelo Sodano publicó únicamente la primera parte del así llamado “Tercer Secreto”, es decir, la que se refiere a la visión que tuvieron los niños, pero intencionalmente omitió la explicación que la Virgen les dio respecto a lo que vieron, ocultando el hecho de que existen esas palabras explicativas.
Para complicar la situación, la vidente Lucía escribió, en dos documentos diversos, la visión y las palabras de la Virgen, por lo que sí se prestaba a hacer perdidizo el segundo documento, sepultando su existencia.
El primer documento.
La Hermana Lucía, única superviviente de aquellos tres pastorcitos (hasta el año 2005), se enfermó gravemente en junio de 1943. Su superior, Monseñor Da Silva, Obispo de Leiría-Fátima, temiendo que pudiera fallecer por la enfermedad, le ordenó, el 15 de septiembre, escribir el Secreto de Fátima. La Hermana le pidió la orden formalmente y por escrito. A partir de que la recibió, a la monja le atacó una extraña parálisis que ella consideró de tipo sobrenatural. Finalmente, el 2 de enero de 1944, la misma Virgen María se le apareció nuevamente confirmándole que esa era la Voluntad de Dios, y que le daría la fuerza y la luz necesarias para poder escribirlo, cosa que hizo al día siguiente. Sin embargo, por el decaimiento tan severo que tuvo, la Hermana Lucía sólo pudo escribir, en tres páginas de su diario, la visión, pero no las palabras de la Virgen que interpretan la visión.
El segundo documento.
No fue sino hasta seis días después que la Hermana Lucía volvió a tener fuerzas y finalmente escribió, en una hoja suelta, las palabras explicativas de la Virgen respecto a la visión. Este hecho sucedió el 9 de enero de 1944 en la Capilla del Convento de Tuy.
Existen varios testimonios, si bien indirectos, que confirman la existencia de dos documentos diversos: el Cardenal Ottaviani; el Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II; el Padre José Schweigl, enviado por el Papa Pío XII a visitar a Lucía en el Carmelo de Coimbra el 2 de septiembre de 1952; el Padre Agustín Fuentes, sacerdote mexicano postulador de las causas de beatificación de Francisco y Jacinta y de los mártires mexicanos asesinados bajo el régimen de Plutarco Elías Calles (el Padre Fuentes entrevistó a la Hermana Lucía el 26 de diciembre de 1957). Pero el más importante es el del Arzobispo Loris Capovilla, ex secretario particular del Papa Juan XXIII, quien pudo leer personalmente ese segundo documento.
Esos testimonios, al igual que todos los documentos históricos de Fátima, están recogidos en obras especializadas de diversos expertos como el Padre Joaquín María Alonso, claretiano español y archivista oficial de Fátima (26 volúmenes, 5052 documentos); el Hermano Michel de la Trinité (4 tomos), y el Hermano François Marie des Agnes (4 tomos).
Incluso se sabe en qué fechas (diversas también) llegaron ambos documentos a El Vaticano, en dónde se guardó cada uno de ellos (por separado), y hasta en qué fecha los Papas los han leído. Toda esta historia contemporánea se haya reportada en diversas obras recientes que le invito a leer: Andrea Tornielli (Il Segreto Svelato, Italia, 2000); la del vaticanista Marco Tossati (Il Segreto Non Svelato, Italia, 2002), la de Solideo Paolini (Fátima, non Disprezate le Profezie, Italia, 2005), la de Antonio Socci (Il Quarto Segreto di Fatima, Italia, 2006), y la del escritor e intelectual mexicano Luís Eduardo López Padilla (Dos Papas en Roma: Una documentada investigación sobre el texto no publicado del Tercer Secreto de Fátima, México, 2007).
En el mensaje que escribió la Hermana Lucía el 9 de enero se encuentra descrito, con detalle, la verdadera explicación de la visión que tuvieron. Allí se revela la gravísima crisis que sufrirá la Iglesia a partir de que un Papa recién electo tenga que huir de Roma en situaciones calamitosas, y el resultado nefasto de que un Antipapa se quede gobernando desde la silla de Pedro, provocando un doloroso cisma.
De allí la declaración del Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: “Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que la humanidad jamás haya pasado. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar”.
Tres años después, siendo ya Papa, el 18 de noviembre de 1980, Juan Pablo II reveló en Fulda, Alemania, en una rueda de prensa con motivo de una Reunión del Episcopado alemán, que, en efecto, la Iglesia y el mundo están por iniciar la más grave prueba de su historia. Un periodista le preguntó si era auténtica la versión diplomática del Tercer Secreto filtrada por el periódico Neues Europa, el 15 de octubre de 1963 (ver al final*), y porqué el Secreto no se había publicado en 1960, como lo había solicitado la Virgen durante las visiones.
La respuesta del Pontífice fue publicada en el periódico alemán Stimme des Glaubens (SG10/81): “Por su contenido impresionante, y para no estimular al poder mundial del comunismo a llevar al extremo ciertas injerencias, mis antecesores prefirieron darle una relación diplomática del secreto. Además, debería bastar a todo cristiano saber que el secreto habla de que océanos inundarán continentes enteros, de que millones de hombres se verán privados de la vida repentinamente, en minutos. Con esto en mente, no es oportuna la publicación del secreto. Muchos quieren saber sólo por curiosidad y sensacionalismo, pero olvidan que el saber lleva consigo también la responsabilidad. Ellos pretenden solamente satisfacer su curiosidad, y esto es peligroso. Probablemente ni siquiera reaccionarían, con la excusa de que ya no sirve de nada”.
Inmediatamente le preguntaron: ¿Y qué sucederá con la Iglesia?, a lo que el Papa respondió: “Debemos preparamos a sufrir, dentro de no mucho tiempo, grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida y a entregamos totalmente a Cristo y por Cristo. Por vuestra oración y la mía es posible disminuir esta tribulación, pero ya no es posible evitarla, porque solamente de esta manera puede ser verdaderamente renovada la Iglesia. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia se ha efectuado con sangre! Tampoco será diferente esta vez”.
De las palabras de Juan Pablo II surgen varias preguntas: ¿En qué consistirá esa “tribulación” que “no es posible evitar” y que constituye la única vía para renovar a la Iglesia? ¿Cuáles son esas “grandes pruebas que nos exigirán estar dispuestos a perder inclusive la vida”?
Por las recientes declaraciones de Benedicto XVI resulta evidente que él está queriendo tomar distancia de la interpretación inventada por Sodano en el año 2000. El Papa conoce el texto que escribió Lucía el 9 de enero y sabe que nada tiene que ver con aquella interpretación bizarra.
Cinco meses después de la entrevista a Juan Pablo II (13 de mayo de 1981), intentaron quitarle la vida a Juan Pablo II en Plaza San Pedro, y él consideró que ese atentado tenía que ver con las revelaciones de Fátima. Y de hecho fue así, ya que el terrorista Alí Agca reveló, años después del atentado, que no hubiera podido llegar a Plaza San Pedro sin ayuda de gente “dentro de El Vaticano”.
Pero a partir de allí el contenido del Secreto volvió a entrar en un extraño silencio. No fue sino hasta el año 2000, por presiones del mismo Juan Pablo II, cuando se anunció que éste sería publicado. En la Secretaría de Estado se dieron tensiones y bloqueos ampliamente documentados en los libros arriba mencionados.
Finalmente, el 26 de junio del año 2000, el cardenal Sodano dio a conocer la visión, pero ocultando las palabras de la Virgen y atribuyéndole una interpretación inventada, falsa y a todas luces forzada.
Por cuanto a la entrevista del cardenal Bertone con la Hermana Lucía, los estudiosos del tema la consideran como la fuente más desacreditada. El relato que hace Bertone, de una entrevista que según él duró dos horas, consiste en tan solo 44 palabras en italiano (de lo que la vidente dijo en portugués), y de la que no hay ningún registro o grabación.
Como bien dice el escritor católico Antonio Socci:
“Tanto para acallar muchos rumores y leyendas, como para proteger al Vaticano de las acusaciones de manipulación, Bertone debería haber grabado, o a lo mejor también filmado, esos coloquios excepcionales para dejarlos a la posteridad. O al menos transcribir todo, preguntas y respuestas, para que la vidente pudiese al final firmarlos y evitar futuras y previsibles contestaciones. Pero increíblemente esos tres interrogatorios (mayo del 2000, noviembre del 2001 y diciembre de 2003), de al menos diez horas de duración, según el prelado, no fueron ni grabados, ni filmados, ni verbalizados. El prelado hoy nos explica que él “tomó notas”. De modo que en los documentos oficiales de Fátima solo constan algunas pocas frases atribuidas a la monja, frases de credibilidad controvertida y para nada exhaustivas dado que las preguntas decisivas, las que eran adecuadas para aclarar todas las dudas, no las hizo, o al menos no son reproducidas por Bertone. Y lo que es peor, le atribuye hoy a la monja, que mientras tanto ya ha muerto y no puede desmentir nada, frases que no fueron reproducidas en el informe oficial del año 2000. Según Bertone, la monja con el texto del año 2000 enfrente, habría dicho “éste es el Tercer Secreto”, “el único texto”, y no he escrito ningún “otro”. ¿Por qué una frase tan importante no fue reproducida por Bertone en la publicación oficial? ¿Y por qué no le preguntó el prelado a la vidente si escribió alguna vez la continuación de las misteriosas palabras de la Virgen dejadas en suspenso por el “etcétera” (“En Portugal el dogma de la fe se preservará siempre, etc.”) que han sido consideradas siempre por los expertos el comienzo del Tercer Secreto? Realmente extraño. Del mismo modo que la otra frase que ahora, y solo ahora, muerta la vidente, el prelado le atribuye, según lo cual Lucía, cuando supo del atentado al Papa de 1981, “pensó enseguida que se cumplió la profecía  del Tercer Secreto”. ¿Por qué una confirmación tan decisiva jamás se incluyó en el informe oficial? ¿Por qué en el dossier Vaticano, que publicó el texto de la visión, nadie, ni sor Lucía, ni los cardenales Sodano, Ratzinger y tampoco el propio Bertone, escribió explícitamente que el atentado de 1981 fue el cumplimiento del Tercer Secreto? ¿Y por qué dijo Ratzinger que tal interpretación solo fue una hipótesis y no hubieron “interpretaciones oficiales” de la Iglesia, mientras hoy Bertone pretende imponerla como versión oficial? ¿Y por qué sor Lucía, en su carta al pontífice, adjunta al dossier Vaticano y escrito en el 1982 (un año después del atentado), explicó que “no constatamos todavía la consumación final de esta profecía”, pero “nos estamos encaminando poco a poco a grandes pasos”? ¿Por qué en aquella carta al pontífice Lucía no hace mención del atentado que se había verificado hacía muy poco tiempo, si justamente era el cumplimiento del Secreto?
“Hay quien ha sostenido que Bertone no grabó ni verbalizó los coloquios con la vidente porque se habrían puesto de manifiesto las presiones psicológicas ejercidas sobre la monja de clausura, para inducirla a avalar ciertas tesis. Lo he rememorado leyendo la página del libro de Bertone donde el cardenal recuerda que en algún punto la vidente “se irritó" y le dijo “¡no estoy confesándome!” ¿A qué pudo contestar Lucía con esas duras palabras? ¿Quizá alguien le recordó a la anciana monja de clausura el poder eclesiástico y le insinuó la posibilidad de que le negase la absolución? No se sabe, porque el prelado, que recuerda bien la respuesta, por el fastidio de la monja, dice haber retirado su pregunta”.
El contenido de las palabras explicativas: el cisma y la apostasía que vendrán en la Iglesia
Ya citamos las declaraciones del cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: “Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esas palabras hacen eco a la versión diplomática del Tercer Secreto circulada por el Papa Juan XXIII y publicadas en “Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Satanás marchará en medio de ellos y en Roma habrá grandes cambios”.
Pero citemos otros testimonios:
Cardenal Luigi Ciappi, 1995: “En el Tercer Secreto se dice que la pérdida de la fe, es decir la apostasía, saldrá de la cúpula de la Iglesia”.
Mons. Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, 1938: “Estoy obsesionado por las confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima. La obstinación de Nuestra Señora ante el peligro que amenaza a la Iglesia es una advertencia divina contra el suicidio que supondría la alteración de la fe en su liturgia, su teología y su alma.
Escucho a mi alrededor a los innovadores que quieren desmantelar la Capilla Sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, hacer que se arrepienta de su pasado histórico.
Vendrá un día en que el mundo civilizado renegará de su Dios, en el que la Iglesia dudará como San Pedro dudó. Estará tentada a creer que el hombre se ha convertido en Dios, que su Hijo no es más que un símbolo, una filosofía como tantas otras, y en las iglesias los cristianos buscarán en vano la lamparilla donde Dios los espera y como María Magdalena gritarán ante la tumba vacía: ¿Dónde le han puesto?”
Cardenal Joseph Ratzinger (entrevista publicada en la revista Jesus el 11 de noviembre de 1984): “El Tercer Secreto se refiere a los peligros que amenazan la fe, y la vida del cristiano y del mundo, y la importancia de los Últimos Tiempos”.
Cosme do Amaral, Obispo de Fátima, 10 de septiembre de 1984: “El Tercer Secreto de Fátima no habla ni de bombas atómicas ni de guerras nucleares, ni de misiles SS-20. Su contenido concierne a nuestra fe. Identificar el Secreto con anuncios de catástrofes o con un holocausto nuclear, es distorsionar el significado del Mensaje. La pérdida de la fe en un continente es peor que la aniquilación de una nación; y ciertamente la fe está disminuyendo continuamente en Europa”.
El Padre Alonso, archivista de Fátima: “El Tercer Secreto habla de la crisis de fe dentro de la Iglesia y a graves diferencias de la alta jerarquía superior de la Iglesia”.
El Cardenal Silvio Oddi, en 1990: “La Virgen Bendita nos alertó en Fátima contra la apostasía en la Iglesia”.
La beata Ana Catlina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”
Si esto es así, si ese es el contenido del segundo documento, entonces se explica el testimonio del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II cuando dijo: “El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia”. Y se explican también las palabras del Padre Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.
San Francisco de Asis: “Habrá un Papa no electo canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que harán que muchos duden. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran aún los elegidos se perderían”.
Juan de Rocapartida: “El Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán si ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.
Nicolás de Fluh: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.
Al Padre Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Virgen María le reveló en 1979: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viendo”.
El Papa Paulo VI, 29 de junio de 1972: El humo de Satanás se ha infiltrado por las grietas de la Iglesia”.
Si el segundo documento pone en descubierto, como parece, la trama que altos masones clérigos infiltrados en la Iglesia están fraguando desde la cúspide de la Iglesia, se explican también las palabras del Cardenal Ottaviani cuando dijo: “El Tercer Secreto tenía que ser enterrado en lo más oculto, en el lugar más profundo, oscuro e inaccesible de la Tierra”.
Desde luego, las revelaciones arriba mencionadas son privadas, y por tanto no son objeto de fe. Pero podrían ser indicativas de una profecía de San Pablo que sí es revelación pública:Que nadie os engañe, porque antes (del Retorno de Cristo) tiene que darse la apostasía y manifestarse el impío, el hijo de la perdición, el adversario (el Anticristo) que se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta sentarse él mismo en el templo de Dios haciéndose adorar como Dios (…) Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene (¿el Papa?), entonces se manifestará el impío…” (2Tes 2, 3-8).
Y también resuenan las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica en su No. 677: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección”.
Para quien se interese en el tema, la página más completa, que expone las dos posturas (la de Sodano y la verdadera) con seriedad imparcial y documentada, es:  www.fatima.org
“No hay nada oculto que no haya de manifestarse, ni nada escondido que no llegue a saberse”: Mc. 4, 22.

Versión diplomática del Tercer Secreto
Ante la grave crisis mundial, el Papa Juan XXIII envió este texto a las potencias mundiales. Louis Emmrich, periodista alemán afincado en Roma, recibió una copia, publicándola el 15 de Octubre de 1963 en la revista alemana Neues Europa con el título «Extracto del Tercer Secreto enviado por El Vaticano a las potencias mundiales».
Fue impreso en las principales revistas de la época, no siendo nunca  desmentido. Al contrario: En las "Memorias del Cardenal Cassaroli" se lee que el presidente Kennedy resaltó que la decisión de Juan XXIII ayudó a la firma del tratado de distensión antiatómica y a solucionar la crisis de los misiles en Cuba.
También lo ratificó Juan Pablo II en la entrevista de Fulda: «Mis antecesores prefirieron darle una relación diplomática del secreto».
Este es el texto circulado por Juan XXIII:
«No tengas temor, querida pequeña.  Soy la Madre de Dios, que te habla y te pide hagas público el presente mensaje para el mundo entero. Haciendo esto encontrarás fuertes resistencias.  Escucha bien y pon atención a esto que te digo:  Los hombres deben corregirse. Con humildes suplicas, deben pedir perdón de los pecados cometidos y que pudiesen cometer.

«Tú deseas que Yo dé una señal para que cada uno acepte mis palabras que Yo digo, por mediación tuya, al género humano. Has visto el prodigio del Sol, y todos, creyentes, incrédulos, aldeanos, ciudadanos, sabios, periodistas, laicos, sacerdotes, todos lo han visto. Y ahora proclama en mi Nombre:
«Un gran castigo caerá sobre todo el género humano; no hoy, ni mañana, sino en la segunda mitad del Siglo XX.  Ya lo había revelado a los niños Melania y Massimino, en La Salette, y hoy lo repito a tí porque el género humano ha pecado y pisoteado el don que había hecho.
«En ningún lugar del mundo hay orden, y Satanás reina sobre los más altos puestos, determinando la marcha de los acontecimientos. Él, efectivamente, logrará introducirse hasta la cúspide de la Iglesia.  Él logrará seducir los espíritus de los grandes científicos que inventan las armas con las cuales será posible destruir en pocos minutos gran parte de la humanidad.  Tendrá en su poder a los potentes que gobiernan los pueblos, y los incitará a fabricar enormes cantidades de estas armas.
«Y si la humanidad no se opusiese a esto, estaré obligada a dejar libre el brazo de mi Hijo.  Entonces se verá que Dios castigará a los hombres con mayor severidad como no había hecho en el diluvio.  Llegará el tiempo de los tiempos y el fin de los fines si la humanidad no se convierte, todo continua como ahora, o peor, se agravará mucho más.
«Los grandes y los potentes perecerán junto a los pequeños y los débiles. También para la Iglesia, llegará al tiempo de Sus más grandes pruebas. Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Satanás marchará en medio de ellos, y en Roma habrá grandes cambios. Lo que está podrido caerá, y lo que caerá ya no se levantará más. La Iglesia será ofuscada y el mundo trastornado por el terror. Tiempo llegará, en que ningún rey, emperador, cardenal u obispo esperará a Aquél, que sin embargo, habrá de venir, pero para castigar según los designios del Padre mío.
«Una gran guerra se desencadenará en la segunda mitad del Siglo XX. Fuego y humo caerán del Cielo, las aguas de los océanos se volverán vapores y la espuma se elevará revolviendo y hundiendo todo.  Millones y millones de hombres perecerán de hora en hora;  aquéllos que queden en vida envidiarán a los muertos. Por cualquier sitio por donde se dirija la mirada habrá angustia, miseria, y ruinas en todos los países.
«¿Ves? el tiempo se acerca cada vez más, y el abismo se engrandece sin esperanza.  Los buenos perecerán junto a los malos, los grandes con los pequeños, los príncipes de la Iglesia con sus fieles y los gobernantes con sus pueblos.  Habrá muerte por todas partes por causa de los errores cometidos por los insensatos, y por los partidarios de Satanás,  el cual entonces, y sólo entonces, reinará sobre el mundo.
«Por último, cuando aquéllos que sobrevivirán a todo evento estén aún con vida, proclamarán nuevamente a Dios y a Su Gloria y le servirán como en  los tiempos en que el mundo no estaba así de pervertido. Ve, pequeña mía, y proclámalo. Yo a tal fin, estaré siempre a tu lado para ayudarte».

sábado, 23 de febrero de 2013

Convención mundial de demonios

Un día, el demonio principal Lucifer, convocó una convención mundial de demonios. En su discurso de apertura les dijo: 


            No podemos evitar, que parte de los que siguen los Evangelios, tenga una vida espiritual y nos dificulten nuestro trabajo, tratando de que otras también tengan vida espiritual y vayan a sus reuniones espirituales. Tampoco podemos evitar que lean la Biblia y conozcan la verdad, y les nazca el deseo de tener una relación intima con su Salvador. Una vez que establecen esa conexión con Dios, nuestro poder sobre ellos se pierde.  

         Así que déjenlos asistir a sus reuniones y lecturas, pero el secreto está en robarles su tiempo, de manera que no tengan tiempo para desarrollar una relación con Dios...
Esto es lo que quiero que hagamos todos: "Tenerlos distraídos y ocupados en temas no espirituales durante todo el día."

         Y ¿Como haremos eso?, Gritaron los demonios.
   

lunes, 18 de febrero de 2013

Las raíces de la crisis de fe


                Las  crisis no brotan de la noche a la mañana. Hay un tiempo, a veces muy largo, de incubación. Como las plantas que empiezan por una pequeña semilla escondida en la tierra hasta que germina, y puede llegar a ser un árbol gigante.

                Igual ocurre con la crisis de fe que estamos sufriendo a distinto niveles. Arranca de lejos, y casi siempre empezó por una palabra, una idea, un concepto, una visión aventurada, una actitud… Benedicto XVI viene advirtiendo durante años sobre el peligro de ciertas posturas filosóficas y teológicas que tratan de minar la estructura de fe que arranca desde Jesucristo. Lo ha denunciado en multitud de publicaciones a lo largo de su trayectoria como teólogo y pensador de primera fila.

martes, 5 de febrero de 2013

Quienes son los Angeles ?

A lo largo de la historia de la humanidad la presencia de los Ángeles se ha hecho presente. Así, tanto en el Antiguo Testamento como en Nuevo, la realidad de los mismos ha fortalecido la fe en ellos.
Al respecto de los ángeles, el Catecismo de la Iglesia Católica, en los números entre el 328 y el 336 dice lo siguiente:
“328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
Quiénes son los ángeles...?

domingo, 3 de febrero de 2013

Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2013

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2013
 Creer en la caridad suscita caridad
«Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16)

 Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás.

1. La fe como respuesta al amor de Dios
En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva… Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1). La fe constituye la adhesión personal ―que incluye todas nuestras facultades― a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor ―«caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14)―, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios.