Este post busca recoger algunas de la reflexiones que el
Señor ha tenido la gracia de regalarme en un retiro que tuve hace poco. No han
sido gracias a mi inspiración –ni mucho menos– han sido de Dios y del buen
predicador que puso en nuestro camino.
En nuestra vida somos como el leproso del Evangelio: estamos
en camino de sanación.Caminamos en la fe y en la esperanza de que Jesús, con su
gracia y casi sin darnos cuenta, vaya sanando y transformando nuestro corazón.
Ha sido bonito hacer el retiro antes de estos 40 días de
preparación para la Pascua. Creo que para la Cuaresma, estos 12 consejos,
podrían serte de mucha utilidad en tu camino de cercanía con Jesús.
1. Nuestra conversión es una tarea imposible
Sí, leíste bien, es imposible. No está ni estará nunca
dentro de nuestras posibilidades. Convertirse significa dejar que Otro
intervenga. Definitivamente no puedo hacerlo yo solo, necesito que Dios haga su
parte, pase a mi lado en el camino y me cure. Nuestro proceso de conversión no
es otra cosa que ir haciéndonos, poco a poco, mendigos de su gracia. Nuestra
vida es como un hospital de campaña, conforme va pasando el médico (Cristo) va
curando a los que estamos enfermos.