Ser bloguero es una vocación que
conlleva un carisma especial. No es algo que se improvise o se mantenga a base
de buenos propósitos y expectativas personales. Cada blog es como un manantial
que necesita de un aporte de agua constante para no secarse.
Si pensamos que esta fuente puede
ser alimentada de egoísmos, soberbias y expectativas de popularidad, pronto nos
daremos cuenta que nuestro depósito de agua se termina en poco tiempo. No
sabremos qué escribir o qué compartir, porque nuestra vida no genera un caudal para
compartir con los demás.
Nuestros seguidores, más o menos
asiduos, se acercan a la fuente a beber, porque tienen sed. Lo que les
comunicamos es importante para ellos, ya que les permite seguir adelante en el
día a día. Por eso buscan y localizan los manantiales que mejor les llenan y
sacian. Pero no pensemos que somos nosotros quienes saciamos a estas personas.
El Señor es el que provee el agua de vida eterna que quita la sed, nosotros
sólo la ponemos a disposición de quien la necesita. Tenemos que dar gracias al
Señor por darnos la posibilidad de ser fuente de ilusión y esperanza, aunque
sólo haya una persona que de vez en cuando sacia su sed en nuestro blog.
No puedo negar que el número de
visitas y comentarios influyen en nuestro ánimo bloguero. Todos quisiéramos ser
la fuente principal de nuestro entorno y que la relevancia de lo que decimos
cambiase el mundo. Pero una cosa son nuestros deseos y otra la voluntad de
Dios. La misión del sembrador es lanzar la semilla, después Dios y quien la
reciba, decidirán qué hacer con ella.
La Iglesia necesita
de blogueros que constantemente lancen la semilla del Reino y que además apoyen
a las instituciones eclesiales con su experiencia. Muchos de nosotros aportamos
nuestro grano de arena ayudando a llevar blogs parroquiales, de grupos o de
movimientos. Esta labor de diaconía es imprescindible para que la Iglesia esté presente en
el continente digital.
Quizás la vocación bloguera se haya
resentido últimamente por la súbita expectación que ha despertado twitter. Ya
casi no se habla de los blogs. Recordemos que en 2010, Benedicto decía a los
sacerdotes “Por
amor de Dios escriban un blog” y que en mayo del 2011, el Pontificio
Consejo de las Comunicaciones Sociales organizó el Vatican Blogger Meeting.
Ahora parece que toda la acción evangelizadora en las redes se hace mediante
twitter y que los blogs han quedado atrás. Pero no es así.
Sin duda la presencia de Benedicto
XVI en twitter ha despertado una expectación de gran calado, pero como toda moda,
tenderá a situarse en su debida dimensión. Twitter es un medio dinámico y
fresco, pero es muy efímero. Una entrada de blog queda a disposición de quien
lo desee por años o décadas. Un tweet, se pierde, tras 5 minutos, en la
vorágine de mensajes que se mezclan. Los blogs son ventanas abiertas a todo el
que desee consultarlos, las redes sociales cierran los contenidos en las burbujas
de privacidad. No quiero despreciar la utilidad de twitter o facebook, sino
señalar que los blogs siguen siendo el
soporte más duradero y efectivo para evangelizar en la red. Esto lo puedo
atestiguar, ya que existen entradas que escribí en el año 2009 que siguen
recibiendo centenas de visitas semanales. ¿Puede decirse lo mismo del tweet más
popular?
Cada red social tiene su razón de
ser y la blogosfera es una red impresionante construida con el esfuerzo diario
de muchos de nosotros. No podemos dejar
los blogs en segundo plano, cuando son la fuente donde tantas personas beben
diariamente.
Así que ánimo compañero bloguero.
Todo blog es necesario y hasta imprescindible para la Iglesia. Desde Blogueros con el
Papa estamos a su disposición para ayudarle en lo que crea necesario.
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