martes, 14 de diciembre de 2010

Oro, incienso y mirra: Los regalos de los Reyes Magos al Niño Jesús

Significado de los presentes al Niño Jesús

¿Por qué los Magos regalaron al Niño Jesús oro, incienso y mirra? A lo largo de la historia del cristianismo, diversos teólogos han sostenido variadas hipótesis, algunas terrenas y otras trascendentes. El motivo que espontáneamente surge en primer lugar es el económico y se refiere concretamente al valor pecuniario de las ofrendas.

El oro tuvo siempre un precio alto. En la época de Jesús el incienso costaba apenas un poco menos que el oro, pero la mirra valía unas siete veces más que ambos (Vaughan, 1998). La ofrenda de los Magos, entonces, representaba un altísimo valor económico. Los elevados valores del incienso y de la mirra explican por qué el comercio de ambos artículos era tan lucrativo. Los países productores intentaban por todos los medios mantener su monopolio y procuraban descorazonar cualquier intento de ubicación de las plantaciones. Hacían circular rumores falsos sobre su localización y echaban a rodar diversas leyendas, como la que aseguraba que los árboles estaban protegidos por feroces serpientes voladoras (Albert, 1990: 96-97).



OTRO SIGNIFICADO

Los Padres de la Iglesia y los teólogos han señalado otros significados para los regalos al Niño Jesús. Algunas interpretaciones presentan un mayor alcance teológico y trascendental.


Cofre con oro
El oro, metal precioso propio de reyes, simbolizaba el tributo a la realeza de Jesús, a su calidad de rey.














Varillas de incienso
El incienso, de importante papel en los rituales religiosos y en las ofrendas a las deidades — tanto en las religiones idolátricas como en el judaísmo — era un tributo a la divinidad del Niño, el reconocimiento de que Jesús era Dios.
















Mirra
La mirra, usada en los embalsamamientos, en la unción de los cadáveres y en los ritos funerarios, era emblema de muerte y sufrimiento y por lo tanto, prefiguraba la pasión y muerte de Cristo. Simbólicamente era un tributo a Jesús hombre, a su componente humano.







Los Magos presentaron, entonces, oro para el rey, incienso para el Dios y mirra para el hombre.

A su vez, Jacobo de Voragine afirma que el oro simboliza el amor, el incienso la plegaria y la mirra la mortificación de la carne. Sostiene que los tres presentes significan tres atributos de Cristo, “su más preciosa divinidad, su más devota alma y su carne intacta e incorrupta.” (Voragine, 1995: 83)

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