El Fundador del Movimiento Familiar Cristiano, fue sin duda un hombre de fe, espejo fiel del carisma del Cristo nupcial que el Espíritu Santo le inspiró. Un gran visionario, que creyó en la posibilidad del apostolado familiar, procurando recuperar y revalorizar algo tan sagrado como el Matrimonio. Hoy elevamos nuestra oración por El y para que también él desde el cielo continúe intercediendo por todas nuestras familias.
Tres componentes caracterizaron su fecunda vida sacerdotal y misionera:
Testimonio de espiritualidad,
Vida comunitaria y
Acción entre las familias.
Sacerdote Pasionista:
Su ordenación sacerdotal fue el 25 de agosto de 1940.
Ingresó en el noviciado San Pablo en Capitán Sarmiento. Con la pasión que ponía en todas las cosas, se lanzó por el camino de San Pablo de la Cruz. La vida de los pasionistas de entonces tenía fama de austera. Y además, lo era en verdad. Pedro aceptó el desafío. Pero debió suspender su camino pues su salud se resintió.
Al volver a casa decidió buscar trabajo y aportar así a los gastos comunes del hogar. Quedan nebulosos recuerdos de aquellos años que vivió con entusiasmo y entrega en la oficina, en los encuentros de amigos, en el deporte.
La vocación fue una herida incurable en la vida de Pedro. Nuevamente llegó a un Retiro solicitando ser admitido en la Congregación (2 de enero de 1933). Después de varios años de estudio, algunos de los cuales fueron en Escocia, llegó el momento de la ordenación sacerdotal (25 de agosto de 1940).
“Su ordenación y primera misa – comenta una testigo - fueron una fiesta para toda la familia y una fuente de inmensa alegría y, hasta entonces desconocida alegría que se extendió durante largas semanas posteriores a ese agosto de 1940. Un franciscano, muy amigo de la familia, contó en la homilía del día de ordenación cómo el seno de su familia había ayudado y acompañado la gestación de esa vocación. Hizo mención de valores como autenticidad, verdad, libertad, servicio al prójimo, respeto, alegría, fraternidad, entre otros que sin duda colaboraron en la meta alcanzada”.
Nuestras casas se llamaban “Retiros”. El nombre les venía por el hecho que se construían lejos de los poblados. ¿La razón? El hábitat configuraba la vida de un pasionista: silencio, soledad y vida en común favorecían el estudio y desafiaban la búsqueda de Dios, como los antiguos profetas. Los cambios notables de la sociedad llegaron también al convento. El activismo, los medios de comunicación social, las reuniones nocturnas de matrimonios, la desvalorización de esos tiempos “perdidos, improductivos” de los retiros, la preocupación por “estar cerca de la gente”... desequilibró la distribución de estos espacios. Pedro, intentando recuperar el equilibrio en la alternancia contemplación-acción, solía reservarse el mes de enero en el retiro San Pablo para estudiar, orar, escribir, responder el abundante correo que con fidelidad atendía.
Misionero
La tarea que daba identidad apostólica de un pasionista eran las misiones. Mensaje misionero y método formaban una unidad. El Crucificado era el centro; la meditación guiada sobre la Pasión, el método; y el hombre venido del “retiro”, el testigo.
Pedro asimiló profundamente los tres. Siempre inquieto y creativo, buscó los nuevos elementos que pudieran ayudar en la catequesis: así consiguió una caja con una lamparita adentro que le posibilitaba proyectar unas filminas. ¡Toda una revolución pastoral para esos tiempos!
La experiencia confirmó que las misiones era la Iglesia en las calles, saliendo hacia la gente. El pueblo sencillo tenía gran ignorancia de su fe. Buscando a los que no llegaban al templo, salió a las calles y organizó en teatros y salones, conferencias especializadas para distintos grupos: varones, jóvenes, matrimonios, etc. Su estilo director, los ejemplos tomados de la vida, el planteo de los problemas reales cautivó a la audiencia. Campos, pueblos, ciudades fueron testigos de su paso misionero.
Por más de 30 años misionó los campos del Uruguay con jóvenes universitarios. Unió el mensaje evangelizador con la atención médica y odontológica. Por supuesto, llegar a la familia estaba entre las prioridades. El machismo, el laicismo oriental, la bajísima natalidad y la pobreza herían su corazón de pastor.
Su Vida en el Movimiento Familiar CristianoEs importante mencionar que el Movimiento Familiar Cristiano nació en dos países de América del Sur: Argentina y Uruguay en el año de 1948. El Padre Pedro Richards realizaba las reuniones con matrimonios (algo inusitado en esa época), en forma indistinta en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, por lo que es justo decir que nace en las “márgenes del Río de la Plata”, dado que éste separa ambas ciudades.
El fuego por la familia se extendió rápidamente. No faltaron matrimonios que descubrieron que “ese” podría ser su apostolado. Los matrimonios Soneira, Gelsi y Gallinal formaron con el Padre Pedro en Uruguay un equipo imparable. Sembradores de esperanza, renovaban el amor de los esposos y despertaban a una nueva empresa misionera: ayudar a descubrir la “iglesia doméstica” en el hogar, a lo largo de toda América Latina.
Perseverar
Hoy se habla de “resistencia” ante una cultura deshumanizadora. El P. Pedro nos deja un testimonio. Hombre de Iglesia, fiel al magisterio de los Papas, gozó al mismo tiempo de gran libertad. Llevado por su intuición pastoral, recorrió el mundo, acompañado de matrimonios, ofreciendo un testimonio vivo de esta nueva espiritualidad. En sus 93 años, las terminales de colectivo lo vieron pasar fácilmente distinguible por su hábito pasionista, maleta en mano y la joven pasión por la familia en el corazón. Mil preguntas a flor de labios, un sinnúmero de comentarios de actualidad e interrogantes pastorales o políticos salpicarán la conferencia o la simple conversación. Parece decir: “Queda poco tiempo y hay mucho por hacer”.
Fue – y sigue siendo - un regalo de Dios la perenne vitalidad reflejada en el P. Pedro, que se evidenciaba en su alegría de vivir, en su incondicional disponibilidad de servir y en el testimonio de que Dios puede - ¡el único! – llenar el corazón humano. UN MATRIMONIO DIVINO.
Quizá pudo parecer “duro” o “estricto” cuando hablaba. Pero en el mano a mano primaba la comprensión y la ternura.
Pedro partió. “Quien guarda su vida, la pierde; el que entrega la vida, la gana”. No sé si esta frase tiene algo que ver con la larga vida de este hermano nuestro, pero invita a unir sus noventa y dos años con los días entregados en servicio. Todos tenemos aristas que hieren. Pedro, humano y frágil, también las habrá tenido. Pero la misericordia del Dios que reconoció, experimentó en Jesús Crucificado y del que fue mensajero nos da la alegría de poder decir: “Gracias, Señor, por el don de este hombre que nos acercó a ti, nos orientó hacia el amor, desde tu amor inclaudicable”.
Los Servicios Apostólicos del Padre Richards
- Consultor de la Provincia: 1948-1951
- Fundador del Movimiento Familiar Cristiano: 1948
- Asesor Latinoamericano del MFC: 1950
- Integrante de la Comisión preparatoria del Concilio (Laicos): 1960
- Director del IFFS: 1967
- Director del CENAPLANF: 1979
- Experto en el Sínodo de Obispos: 1980
- Consultor del Consejo Pontificio de la Familia: 1981
Pensamientos del Padre Pedro Richards
El Cristo Nupcial, si es vivido debidamente, es fuente de gozo; provee a los esposos satisfacciones de diversas maneras. Ante todo la tranquilidad de saber que es Iglesia Doméstica, va por rumbos indicados por los pies ensangrentados de Jesús, es por el camino estrecho que van esos cónyuges procurando que su amor refleje el de Cristo-Esposo, que manifiesta a su Esposa, la Iglesia.
María de Nazaret dejó el Gran Mundo para su Hijo. Y sigue reinando desde el interior de las Familias por el amor, la educación y su influencia amorosa: “Lo que Jesús diga que hagáis (también boca del Magisterio) ¡hacedlo!”.
Hogares amorosos, fecundos, abiertos a la Comunidad contribuirán a esa Nueva Evangelización auspiciada por Juan Pablo II. ¡Y el M.F.C. tiene magna tarea!
El hogar, como edificio, es el lugar más apropiado para difundir la amistad, hacer conocer las directivas pontificias, hacer reuniones evangélicas, ser Consultorio Familiar.
3 mensajes nos da el Padre Richards:
“Que todas las familias del MFC recen el rosario diariamente”.
“Que los obstáculos que encuentren sean piedras que como escalones les permitan ascender hacia Dios”.
“No dejen que se apague la antorcha del MFC”
“Que los obstáculos que encuentren sean piedras que como escalones les permitan ascender hacia Dios”.
“No dejen que se apague la antorcha del MFC”
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