La tan ansiada libertad
Cualquier persona que comience a adentrarse en el lenguaje de la perspectiva de género, probablemente quedará impresionado por la fuerza con la que se destaca la “autopercepción” y la “autodeterminación”.
En textos de sus autores más conocidos se suele dar a estas categorías que nombran un valor prácticamente absoluto al momento de determinar la identidad de género. Así está reflejado, por otra parte, en el ordenamiento jurídico argentino: el factor “autos”, lo que el sujeto percibe o decide es incuestionable, sagrado.
Una persona “tiene derecho a ser reconocida y tratada” de acuerdo a esa autopercepción y decisión, con todas las consecuencias legales que van aparejadas. Y esta misma persona puede, sin necesidad de dar explicaciones ni fundamentar por qué, autodeterminarse en sentido contrario, cambiando su género –en el DNI y en el plano somático- cuantas veces lo desee.
En el fondo, la identidad de género es algo que yo puedo sentir, percibir y elegir libremente. A este factor tan protagónico hoy podríamos llamarlo –a efectos y didácticos- simplemente Libertad: mis sentimientos y emociones, mis pensamientos y decisiones en relación a mi identidad.
Los “malos de la película”
La insistencia en lo que el sujeto “percibe” y “decide” (factor Libertad) va de la mano muchas veces con el rechazo frontal, explícito e irreconciliable de otros dos factores, que vienen a ser como los “malos de la película”: la biología y la cultura, entendiendo cultura como toda huella que deja la sociedad y la educación recibida en nosotros (los mandatos familiares), a nivel consciente e inconsciente.
Creo que se puede advertir una solapada desconfianza y una sospecha radical hacia todo lo que viene “dado”: el cuerpo y el “género impuesto por la sociedad”.
Ser libre parece significar liberarse de la “tiranía de lo biológico” y de los “roles heteronormados”, transmitidos éstos últimos culturalmente por la familia y la sociedad. Desde esta visión, alguien sería más inequívocamente libre cuanto más capaz de rebelarse, y menos libre cuanto más acepta.
Se anuncia y celebra, por ejemplo, que la “expresión de género” (es decir, como cada persona expresa su identidad de género en el modo de vestirse, arreglarse, comunicarse, etc) “puede ser algo completamente nuevo”. Me impactó cuando leí por primera vez este “completamente nuevo”. De algún modo se me venían a la mente tantas escenas de mi infancia: “cantás re parecido a tu papá”, “hablás igual que tu mamá”, “me hacés acordar a tu abuelo”. Expresiones que, en esta comprensión de lo humano y la identidad, lejos están de ser deseables.
Una nueva antropología.
Llegados a este punto, podemos darnos cuenta que en la perspectiva de género hay mucho más que una serie de consejos para defender los derechos de las minorías, o comprender las personas en sus diferencias. Benedicto XVI decía hace ya más de 20 años, con tono profético de una “auténtica y propia filosofía del hombre nuevo”, y en 2012 usaba la potente expresión de “revolución antropológica”, que implica una rebelión contra lo biológico.
El individuo aparece así como una especie de substancia intelectual y racional, como una voluntad de poder y conocer, que se relaciona con lo corpóreo y lo histórico de modo libre y extrínseco.
Personalmente me resulta muy llamativo y hasta fascinante advertir el movimiento pendular innegable en la antropología de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI. Si durante las primeras fases de la revolución sexual lo preocupante era el reduccionismo biologicista de corte hedonista –comprender y explicar a la persona principalmente desde su dimensión material y sus tendencias instintivas- hemos llegado con la antropología de género al extremo opuesto. Para decirlo con Benedicto XVI: “Ahora él –el hombre- es sólo espíritu y voluntad”
Se ha criticado históricamente a la Iglesia católica por una suerte de “desprecio del cuerpo” o por proponer una mirada sobre el ser humano demasiado “angelista”. Lo cierto es que en la actualidad, la visión antropológica imperante supone una negación de lo corpóreo prácticamente inédita en la historia del pensamiento, reeditando así las más radicales expresiones del racionalismo del siglo XVII.
Intentando ver la parte oculta del iceberg
Indagando las causas de esta manera de comprender lo humano, me ha sucedido ir encontrando una serie casi interminable de factores, por lo que elegir algunos es una tarea compleja.
No obstante, quiero aventurar al menos 3 líneas por las cuales entiendo puede comprenderse mejor la instauración y aceptación de esta visión:
1. Creo que un factor relevante es que en muchas personas su propia experiencia en relación a la cultura ha sido negativa y dolorosa. Estilos educativos muy rígidos y sin una adecuada distinción de lo esencial y lo secundario, vivencias de situaciones familiares marcadas por la violencia o por la distorsión de lo masculino y femenino, suelen favorecer en las personas actitudes de enojo y resentimiento que podrían conducir a la rebelión. La ideología de género y la promoción de esta “revolución antropológica” ofrecen como un “andamiaje conceptual” a la propia vivencia, generando a la vez un sentido de solidaridad con otras personas que han vivenciado algo similar.
2. El influjo de la dialéctica hegeliana y marxista: este influjo es innegable en algunas de las principales autoras de género, quienes utilizan abundantemente contraposición, la lucha y el conflicto y hasta los mismos términos que los citados filósofos. Las categorías de “lucha” y “revolución” fueron aplicadas al principio a “proletarios contra burgueses” fueron aplicadas en un segundo momento a la lucha entre las “clases sexuales”, “mujeres contra varones”. En los últimos años, el pasaje del feminismo al postfeminismo ha implicado aplicar esa misma dialéctica a los elementos configuradores de la persona. Simplificando un poco, creo que podemos decir que en relación a la sexualidad la lucha y la liberación se da entre lo “elegido” (autodeterminación) frente a la opresión de lo “dado” (biología y cultura). En el pensamiento de Hegel, el factor “antítesis” está llamado a “superar” la tesis; Marx, en cambio, al trasladarlo al campo de la economía y la historia, lo entendió y aplicó más bien en el sentido de negar, “derrotar” o “anular”. Así parece que ha pasado a las posturas más extremas de la ideología de género. Es por eso que en la ideología de género no hay alianza posible entre lo dado y lo libre: lo libre debe negar lo recibido.
3. La incidencia del pensamiento de Nietszche y Sartre: la insistencia del primero en la “voluntad de poder” y del segundo en la negación de una “naturaleza humana” (el hombre es libertad sin esencia) parecen ser una de las matrices más profundas de las antropologías actuales. Yo soy mi libertad. Yo elijo y decido, autónomamente, mi identidad. Todo lo que podría limitar mi libertad –lo dado- es, necesariamente, algo a cuestionar y de lo que sería deseable liberarme.
Se me hace bastante claro, finalmente, que en el concepto de libertad está la “madre de todas las batallas”. La ideología de género propone –en la línea sartriana- una libertad absoluta. Aliada de algún modo con la visión marxista, es necesario luchar para “liberar” al ser humano de la biología y la cultura. No solo en aquellos casos en que las experiencias hayan sido negativas, sino en todos, porque incluso quienes no tienen conciencia de ello, también han sido víctimas de una imposición.
En defensa de los injustamente acusados
Quisiera afirmar ahora con mucha fuerza algo que me parece de suma importancia: la suposición de que la biología y la cultura son esencialmente malas es errónea, infundada e injusta.
La biología es simplemente eso: bios, vida corporal, que inicia y crece guiada por leyes guardadas en el núcleo de cada célula. Está claro que no es solo “genitales” –como insisten hasta el cansancio algunos que postulan la ideología de género- sino mucho más. Es la maravilla de la información cromosómica y genética, es la dimensión gonadal, neurohormonal y cerebral, es la increíble interacción de un sinnúmero de factores químicos y fisiológicos que –naturalmente- se armonizan y equilibran. Todos esos elementos dan lugar a cuerpos modalizados masculina y femeninamente, de múltiples maneras, desde el cromosoma 23 hasta los caracteres sexuales secundarios. De modo que podríamos decir que no existe el “ser humano” en abstracto, ni la “persona humana” como si fuera algo “neutro”: existen varones y mujeres.
Esa biología implica una serie innegable de inclinaciones afectivas e intelectuales innegables, más aún desde el auge de las neurociencias. Ligadas a esa bios podemos reconocer con bastante facilidad y objetividad maneras de sentir, de relacionarse con los demás, de pensar, de actuar, de proyectar el futuro. Inclinaciones, predisposiciones y tendencias que son transculturales, pasibles de ser verificadas en cada rincón de la Tierra. Rebelarse contra ese bios –que tiene “dentro” un “logos”, es decir, un sentido, y que yo puedo descubrir, reconocer y asumir- es sencillamente un error.
El segundo elemento, la cultura, es, en todo caso, un fenómeno ambivalente. Está claro que hay estereotipos de género negativos, y maneras de comprender la masculinidad y la feminidad completamente equivocadas; todos sabemos que existen en las culturas de los pueblos normas sociales injustas y que por momentos se ha dado a ciertas pautas –vestimenta, maquillaje, peinado, modales- un valor absoluto del que en realidad carecen… Está claro que en algunas familias algunos “mandatos” han sido impuestos sin considerar la originalidad personal y con una fuerza que para muchos ha sido traumatizante. Pero de ahí a considerar que “todo lo cultural es negativo y te quita libertad…” hay un abismo.
Es más: hay una serie de elementos estereotipados y mandatos que no solamente no son equivocados ni negativos, sino que son positivos y más aún necesarios. Porque en el seno de una cultura –transmitida especialmente en hábitos y costumbres familiares- nacemos, crecemos, desplegamos lo que somos, vamos eligiendo y conformando definitivamente nuestra identidad. Ciertos estereotipos que cada cultura gesta en torno al modo de ser varón y mujer son de una gran ayuda para ese proceso. Nos facilitan el camino. Nos orientan y nos dan sentido de pertenencia.
Hacia un intento de síntesis:
Para la Ideología de Género, la identidad se define únicamente por el factor Libertad.
Identidad de género = Libertad (autopercepción y autodeterminación)
La antropología personalista, en cambio, sin negar ese factor, propone la siguiente “fórmula”
Identidad de género = (B)iología + ©ultura x (L)ibertad.
Percibir lo biológico y lo cultural, asumir lo biológico y lo cultural –purificado de sus elementos imperfectos- es el camino armónico para asumir y vivir la identidad -de género serena, alegre, fecunda.
El desafío que tenemos por delante, a mi entender, es doble:
Por un lado, en plano intelectual, debemos invitar a reflexionar sobre los fundamentos filosóficos que sustentan esa visión. Y animarnos a señalar sus inconsistencias o, al menos, la parcialidad y los reduccionismos de su mirada. Debemos tener la lucidez y la capacidad comunicativa para poner de relieve todo lo que desde el punto de vista teórico está quedando afuera, de manera especial el impacto de la biología en la vida real.
El segundo desafío es más difícil y a la vez apasionante: consiste en mostrar con nuestras vidas y nuestras relaciones que la ecuación B + C + L puede resultar muy plenificante, puede ser –y en muchas historias lo es- un camino de realización personal excelente.
Es mostrar que rebelarse contra la biología y desarraigarse totalmente de la cultura, además de absurdo, es imposible. Es innecesario. Y no nos hace bien.
Fuente: Leandro Bonnin - Infocatolica
Temas de actualidad - MFC San Juan
Temas varios de actualidad recolectados en paginas web de interes
domingo, 22 de diciembre de 2019
martes, 25 de junio de 2019
Catecismo de la Iglesia Católica: noviazgo, castidad y relaciones sexuales
Números del catecismo que hablan de lo que Dios espera de un noviazgo en cuanto a las relaciones sexuales
2391 No pocos postulan hoy una especie de ‘unión a prueba’ cuando existe intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas ‘no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones’ (CDF, decl. "Persona humna", 7). La unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la ‘prueba’. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí (cf FC 80).
2337 La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.
La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.
La integridad de la persona
2338 La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf Mt 5, 37).
2339 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). ‘La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados’ (GS 17).
2340 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. ‘La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos’ (S. Agustín conf. 10, 29; 40).
2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. ‘Pero el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento’ (FC 34).
2344 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural, pues ‘el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados’ (GS 25, 1). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.
2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (cf Ga 5, 22). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3, 3).
2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.
2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.
2391 No pocos postulan hoy una especie de ‘unión a prueba’ cuando existe intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas ‘no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones’ (CDF, decl. "Persona humna", 7). La unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la ‘prueba’. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí (cf FC 80).
2337 La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.
La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la totalidad del don.
La integridad de la persona
2338 La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona; se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble vida ni el doble lenguaje (cf Mt 5, 37).
2339 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado (cf Si 1, 22). ‘La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados’ (GS 17).
2340 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. ‘La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos’ (S. Agustín conf. 10, 29; 40).
2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida (cf tt 2, 1-6). El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. ‘Pero el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento’ (FC 34).
2344 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural, pues ‘el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados’ (GS 25, 1). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.
2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual (cf Ga 5, 22). El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo (cf 1 Jn 3, 3).
2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.
2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.
Fuente: Catholic net
sábado, 4 de marzo de 2017
12 consejos que revolucionaron espiritualmente mi Cuaresma
Este post busca recoger algunas de la reflexiones que el
Señor ha tenido la gracia de regalarme en un retiro que tuve hace poco. No han
sido gracias a mi inspiración –ni mucho menos– han sido de Dios y del buen
predicador que puso en nuestro camino.
En nuestra vida somos como el leproso del Evangelio: estamos
en camino de sanación.Caminamos en la fe y en la esperanza de que Jesús, con su
gracia y casi sin darnos cuenta, vaya sanando y transformando nuestro corazón.
Ha sido bonito hacer el retiro antes de estos 40 días de
preparación para la Pascua. Creo que para la Cuaresma, estos 12 consejos,
podrían serte de mucha utilidad en tu camino de cercanía con Jesús.
1. Nuestra conversión es una tarea imposible
Sí, leíste bien, es imposible. No está ni estará nunca
dentro de nuestras posibilidades. Convertirse significa dejar que Otro
intervenga. Definitivamente no puedo hacerlo yo solo, necesito que Dios haga su
parte, pase a mi lado en el camino y me cure. Nuestro proceso de conversión no
es otra cosa que ir haciéndonos, poco a poco, mendigos de su gracia. Nuestra
vida es como un hospital de campaña, conforme va pasando el médico (Cristo) va
curando a los que estamos enfermos.
viernes, 9 de diciembre de 2016
15 frases de San Francisco de Asís que estremecerán tu corazón
San Francisco de Asís no escribió ningún tratado sobre la
oración. Tampoco se preocupó demasiado en enseñar a sus hermanos un método de
oración. Pero esto no le impidió ser un guía seguro, al tiempo que un ejemplo
viviente, en el camino de la unión con Dios.
Lo esencial de su enseñanza, así como de su experiencia
personal sobre la oración, se halla contenido en la siguiente frase de la Regla
bulada:
“Aplíquense los hermanos a lo que por encima de todo deben
anhelar: tener el espíritu del Señor y su santa operación” (2 R 10,8-9)
La vida de oración, según Francisco, es ante todo ese gran
anhelo, esa búsqueda incesante del Espíritu del Señor y de su acción en
nosotros. Somos incapaces, por nosotros mismos, de nombrar dignamente a Dios.
No sabemos orar como es debido. ¿No consiste la oración, para el cristiano, en
unirse a Jesús en su relación con el Padre? Orar es aprender a decir «Abba». Y
eso sólo es posible gracias al Espíritu. El Espíritu del Señor es el gran
iniciador en la vida de oración. Por eso debemos anhelarlo por encima de todo y
dejarle actuar en nosotros. *
San Francisco se Asís, fue un humilde servidor de Dios que
lo dejó todo para seguir al Señor, se preocupó mucho por la Santidad de los demás y de todos
los hermanos, realizaba muchos Sacrificios y ayunos. Sus escritos estan llenos
de una santa humildad y obediencia a la Iglesia. Un Laico comprometido que Amó
al Señor más allá de sus propios límites.
A continuación Frases de San Francisco de Asís que van
directo al corazón:
1 “Si tú, siervo de Dios, estás preocupado por algo,
inmediatamente debes recurrir a la oración y permanecer ante el Señor hasta que
te devuelva la alegría de su Salvación”
2 “La verdadera enseñanza que trasmitimos es lo que vivimos;
y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos.”
3 “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es
posible y de repente estarás haciendo lo imposible.”
4 “Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás
llevarte contigo nada de lo que has recibido, sólo lo que has dado.”
5 “El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el
Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece
sobre el altar en las manos del sacerdote”.
6 “Espíritus malignos y falsos, hagan en mi todo lo que
quieran. Yo sé bien que no pueden hacer más de lo que les permita la mano del
Señor. Por mi parte, estoy dispuesto a sufrir con mucho gusto todo lo que él
les deje hacer en mí.”
7 “Es siervo fiel y prudente el que, por cada culpa que
comete, se apresura a expiarlas: interiormente, por la contrición y
exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra”
8 “El demonio se alegra, sobre todo, cuando logra arrebatar
la alegría del corazón del servidor de Dios. Llena de polvo las rendijas más
pequeñas de la conciencia que puedan ensuciar el candor del espíritu y la
pureza de la vida. Pero cuando la alegría espiritual llena los corazones, la
serpiente derrama en vano su veneno mortal.”
9 “Cuando el servidor de Dios es visitado por el Señor en la
oración con alguna nueva consolación, antes de terminarla debe levantar los
ojos al cielo y, (juntas las manos), decir al Señor: “Señor, a mi, pecador e
indigno, me has enviado del cielo esta consolación y dulzura; te las devuelvo a
ti para que me las reserves, pues yo soy un ladrón de tu tesoro.” Y también:
“Señor, arrebátame tu bien en este siglo y resérvamelo para el futuro.” Así
debe ser, de modo que, cuando salga de la oración, se presente a los demás tan
pobrecito y pecador como si no hubiera obtenida ninguna gracia nueva. Por una
pequeña recompensa se pierde algo que es inestimable y se provoca fácilmente al
Dador a no dar más.”
10 “Luchemos por alcanzar la serenidad de aceptar las cosas
inevitables, el valor de cambias las cosas que podamos y la sabiduría para
poder distinguir unas de otras.”
11 “Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea
necesario, utiliza las palabras.”
12 “Señor, hazme un instrumento de tu paz. Donde haya odio
siembre yo amor; donde haya ofensa, perdón; donde hay duda, fe; donde hay
desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza,
alegría.”
13 “¡Terrible es la muerte!, pero ¡cuán apetecible es
también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama!”
14 “No peleen entre sí y con los demás, sino traten de
responder humildemente diciendo, “Soy un siervo inútil.”
15 “En la santa caridad que es Dios, ruego a todos los
hermanos, tanto a los ministros como a los otros, que, removido todo
impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud, como mejor puedan,
sirvan, amen, honren y adoren al Señor Dios, y háganlo con limpio corazón y
mente pura, que es lo que Él busca por encima de todo; y hagamos siempre en
ellos habitación y morada a Aquel que es el Señor Dios omnipotente, Padre, e
Hijo, y Espíritu Santo”
Qriswell J. Quero, PildorasdeFe.net
lunes, 14 de noviembre de 2016
Oración para aprender a Amar
Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.
Santa Teresa de Calcuta
sábado, 12 de septiembre de 2015
Videntes y supuestas apariciones, ¿dónde está el peligro?
Las apariciones marianas, a lo largo de la historia, han sido y son
una demostrada fuente de frutos espirituales, conversiones, milagros y
de renovación espiritual para muchos creyentes, incluso para que muchos
alejados vuelvan a la Iglesia. Pero no hablamos de las apariciones
aprobadas por la Iglesia, de las que hay suficiente información, sino de
aquellas que proliferan últimamente, sobre todo gracias a internet,
como un fenómeno paralelo a la Iglesia.
Muchos de los supuestos videntes y sus difusores defienden aparentemente las posturas morales de la Iglesia con radicalidad, pero enseñan una imagen herética de Dios, contraria a la revelada en Jesucristo, fomentando en muchos casos la superstición y el pensamiento mágico. Creen que la Virgen María es más buena y misericordiosa que Dios, y que intercede con grandes sufrimientos, para que Dios Padre se apiade de la humanidad y no nos castigue con baños de azufre y fuego, como un dios pagano irascible y malhumorado.
Los peligros del fundamentalismo
En algunos casos, es tal el fanatismo de algunos grupos aparicionistas, que si uno no adhiere a su vidente o no se lee sus mensajes, es visto como una persona poco espiritual o incrédula.
Muchos de los supuestos videntes y sus difusores defienden aparentemente las posturas morales de la Iglesia con radicalidad, pero enseñan una imagen herética de Dios, contraria a la revelada en Jesucristo, fomentando en muchos casos la superstición y el pensamiento mágico. Creen que la Virgen María es más buena y misericordiosa que Dios, y que intercede con grandes sufrimientos, para que Dios Padre se apiade de la humanidad y no nos castigue con baños de azufre y fuego, como un dios pagano irascible y malhumorado.
Los peligros del fundamentalismo
En algunos casos, es tal el fanatismo de algunos grupos aparicionistas, que si uno no adhiere a su vidente o no se lee sus mensajes, es visto como una persona poco espiritual o incrédula.
lunes, 7 de septiembre de 2015
El arte de hablar
Moderado y discreto al hablar
Todos
conocemos muy bien la expresión del apóstol Santiago: “si alguno no cae
hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo”
(3, 2). Muchas veces me pregunto si tomamos conciencia de lo que el apóstol nos enseña. La expresión del apóstol podría ser traducida a modo de refrán: “dime cómo hablas y sabré si eres santo.”
Se
puede decir que la lengua es lo mejor y lo peor que tenemos, es fuente
de inmensos bienes, pero también, en contraste, es incalculable el mal
que podemos hacer con la misma lengua. Una sola palabra basta para
exteriorizar las riquezas o las miserias del alma; sólo quien posee sólidas virtudes, puede mostrarse delicado y discreto, sincero y educado, abierto y prudente. Es decir, existe una perfecta ecuación entre santidad y discreción en el hablar.
El uso de la lengua y las virtudes
En efecto, el uso de la lengua es la manifestación más elocuente de las virtudes cristianas:
Quien no tiene caridad, no puede ser moderado. Quien no es humilde, no
puede ser discreto. Quien no es sencillo, sincero y abnegado, no
dominará jamás su lengua porque él mismo está encadenado por pasiones
violentas.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
6 tentaciones típicas del cristiano nivel avanzado
Por si a alguien todavía no le queda claro: el demonio existe y
los seres humanos no somos de su particular agrado; es más, el muy
cobarde, puesto que a Dios no puede hacerle ningún daño directo, decidió
herirlo a través de las criaturas que Él más amaba: nosotros. Por eso
nadie se espante, especialmente los cristianos (su presa favorita), si
les digo que el demonio constantemente nos ataca y nos tienta para que
ofendamos a nuestro Creador.
El problema es que el demonio es muy astuto, y nosotros, los cristianos, muchas veces nos pasamos de tontos.
Creemos que ir a Misa, rezar el Rosario y tratar de vivir una vida
cristiana coherente nos exime automáticamente de toda preocupación por
la presencia de este indeseable sujeto. Lamento decir que la realidad no
es así. El demonio redobla sus esfuerzos cuando ve coherencia
cristiana en nuestras vidas, asume nuevos rostros y actualiza sus
estrategias. Una metáfora puede ayudarnos: un ladrón quiere
entrar a robar en una casa. Merodeando su objetivo y rumiando su plan
descubre que ahí vive una joven cuyo novio, a una determinada hora, le
lanza piedritas a la ventana para que ella se asome por el balcón y le
permita entrar. ¿Qué deberá hacer el ladrón para engañar a la joven?
Seguramente lanzar piedritas a la hora correcta solo podría servirle
para ganarse un escopetazo del Papá. Es obvio que el plan debe consistir
en disfrazarse del novio, copiar su modo de andar e impostar la voz
para lograr un tono lo más parecido posible. Creo que es un buen ejemplo
para entender cómo se filtra el demonio y sus tentaciones en la vida de
un cristiano. El demonio, al no poder presentarnos la tentación de
manera burda porque sabe bien que serían rápidamente rechazadas, cambia
de plan e intenta presentarse con pensamientos y estados de ánimo que parecen espirituales para poco a poco desviarnos de la relación con Dios.
¿Cuáles son esos pensamientos y estados de ánimo en apariencia positivos y espirituales pero que en el fondo son tentaciones? Me voy a valer del libro El discernimiento
del Padre Marko Rupnik, que por cierto recomiendo mucho, para responder
a esta pregunta. Éste se basa, a su vez, en los padres de la Iglesia,
es por ello que los puntos que se vienen tienen mucho de la riqueza de
la tradición y la sabiduría de la Iglesia.
lunes, 31 de agosto de 2015
Bula Papal: “El rostro de la misericordia”
3/04/2015 – La tarde del sábado 11 de
abril, víspera del II Domingo de Pascua, el Papa Francisco convocó
oficialmente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia con la
publicación de la Bula “Misericordiae vultus”. “¡Cómo deseo que
los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al
encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A
todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia
como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”
escribe Francisco en el punto 5 de la bula.
El
Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la
Inmaculada Concepción y finalizará el 20 de noviembre de 2016 con la
solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo: “. Encomendaremos
la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la
Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío
de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el
compromiso de todos en el próximo futuro” explica el Papa en el texto.
BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
FRANCISCO
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
1.
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la
fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha
vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El
Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber
revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex 34,6) no ha
cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la
historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4),
cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su
Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su
amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.
viernes, 10 de julio de 2015
Matrimonio ¿Qué beneficios trae a los esposos que sea un sacramento?
Sacramento del matrimonio
La gracia sacramental acompaña a los esposos durante todos los días de su existencia en la tierra, hasta la muerte.
La sociedad actual tiende a menospreciarse el valor del Matrimonio cristiano. Pero la Iglesia, guardiana del deseo de su Señor, viene a recordarnos la verdad que nos hace libres. Los esposos cristianos están llamados a encontrar en su matrimonio y su familia el camino del Cielo, y el sacramento les da para ello un aumento de la gracia santificante (*).
Cuando los novios salen del templo, sus almas se encuentran más fuertes y más bellas espiritualmente que cuando, unos minutos antes, entraron a él. Es, por tanto, muy conveniente que los contrayentes reciban este sacramento libres de pecado mortal.
Por ello, se recomienda vivamente que antes de su boda se acerquen a recibir el sacramento de la reconciliación o penitencia. Sin embargo, aunque uno o ambos se casen sin esa limpieza del alma, el sacramento del matrimonio no dejaría de producirse, con tal que se cumplan las demás condiciones.
Junto al aumento de la gracia que abre el Cielo (dijimos que se llama gracia santificante), el Matrimonio da su propia gracia específica, llamada gracia sacramental. Ésta consiste en el derecho a recibir de Dios todas las ayudas necesarias para que los esposos puedan amarse en Cristo sin infidelidad y para siempre, así como el derecho a recibir todos los auxilios materiales y espirituales exigidos para la fundación de su hogar.
Esta gracia sacramental acompaña a los esposos durante todos los días de su existencia en la tierra, hasta la muerte. Cuando el mal rato del esposo (o de la esposa), decaído ante el cúmulo de dificultades cotidianas, le lleva a sentirse víctima y a pensar que casarse fue un error, ése es el momento de recordar que él (o ella) tiene la garantía de recibir todas las gracias necesarias en esa situación, la garantía de recibir toda ayuda divina que pueda requerir para fortalecer su flaqueza y superar la dificultad.
La gracia especial del Matrimonio otorga así la generosidad y la responsabilidad para engendrar y educar a los hijos; la prudencia y la discreción en los innumerables problemas que la vida familiar lleva consigo; capacita a los esposos para acomodarse el uno a los defectos del otro y sobrellevarlos. Todo esto es lo que la gracia del Matrimonio puede hacer por aquellos que, con su cooperación, dan a Dios la oportunidad para mostrar su grandeza.
El sacramento del Matrimonio proporciona a los esposos y a los padres todas las gracias de Nazaret, modelo de los hogares cristianos. Es, podríamos decir a modo de resumen, el sacramento de la vida familiar en Cristo.
(*) La gracia santificante que se recibe en el Bautismo es aquel don que nos hace participar de la misma vida de Dios. Si al momento de morir tenemos este don, alcanzamos la vida eterna. La gracia santificante se pierde por el pecado mortal y puede recuperarse con el arrepentimiento y la confesión.
La gracia sacramental acompaña a los esposos durante todos los días de su existencia en la tierra, hasta la muerte.
La sociedad actual tiende a menospreciarse el valor del Matrimonio cristiano. Pero la Iglesia, guardiana del deseo de su Señor, viene a recordarnos la verdad que nos hace libres. Los esposos cristianos están llamados a encontrar en su matrimonio y su familia el camino del Cielo, y el sacramento les da para ello un aumento de la gracia santificante (*).
Cuando los novios salen del templo, sus almas se encuentran más fuertes y más bellas espiritualmente que cuando, unos minutos antes, entraron a él. Es, por tanto, muy conveniente que los contrayentes reciban este sacramento libres de pecado mortal.
Por ello, se recomienda vivamente que antes de su boda se acerquen a recibir el sacramento de la reconciliación o penitencia. Sin embargo, aunque uno o ambos se casen sin esa limpieza del alma, el sacramento del matrimonio no dejaría de producirse, con tal que se cumplan las demás condiciones.
Junto al aumento de la gracia que abre el Cielo (dijimos que se llama gracia santificante), el Matrimonio da su propia gracia específica, llamada gracia sacramental. Ésta consiste en el derecho a recibir de Dios todas las ayudas necesarias para que los esposos puedan amarse en Cristo sin infidelidad y para siempre, así como el derecho a recibir todos los auxilios materiales y espirituales exigidos para la fundación de su hogar.
Esta gracia sacramental acompaña a los esposos durante todos los días de su existencia en la tierra, hasta la muerte. Cuando el mal rato del esposo (o de la esposa), decaído ante el cúmulo de dificultades cotidianas, le lleva a sentirse víctima y a pensar que casarse fue un error, ése es el momento de recordar que él (o ella) tiene la garantía de recibir todas las gracias necesarias en esa situación, la garantía de recibir toda ayuda divina que pueda requerir para fortalecer su flaqueza y superar la dificultad.
La gracia especial del Matrimonio otorga así la generosidad y la responsabilidad para engendrar y educar a los hijos; la prudencia y la discreción en los innumerables problemas que la vida familiar lleva consigo; capacita a los esposos para acomodarse el uno a los defectos del otro y sobrellevarlos. Todo esto es lo que la gracia del Matrimonio puede hacer por aquellos que, con su cooperación, dan a Dios la oportunidad para mostrar su grandeza.
El sacramento del Matrimonio proporciona a los esposos y a los padres todas las gracias de Nazaret, modelo de los hogares cristianos. Es, podríamos decir a modo de resumen, el sacramento de la vida familiar en Cristo.
(*) La gracia santificante que se recibe en el Bautismo es aquel don que nos hace participar de la misma vida de Dios. Si al momento de morir tenemos este don, alcanzamos la vida eterna. La gracia santificante se pierde por el pecado mortal y puede recuperarse con el arrepentimiento y la confesión.
Fuente: Catholic.net
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