jueves, 18 de agosto de 2011

DISCURSO DEL PAPA EN LA FIESTA DE BIENVENIDA A LOS JÓVENES (18-8-11)

“Arraigados en Cristo damos alas a nuestra libertad”

Queridos amigos:

Agradezco las cariñosas palabras que me han dirigido los jóvenes representantes de los cinco continentes. Y saludo con afecto a todos los que estáis aquí congregados, jóvenes de Oceanía, África, América, Asia y Europa; y también a los que no pudieron venir. Siempre os tengo muy presentes y rezo por vosotros. Dios me ha concedido la gracia de poder veros y oíros más de cerca, y de ponernos juntos a la escucha de su Palabra.

En la lectura que se ha proclamado antes, hemos oído un pasaje del Evangelio en que se habla de acoger las palabras de Jesús y de ponerlas en práctica. Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida. Sin esto, se quedan vacías y se vuelven efímeras. No nos acercan a Él. Y, de este modo, Cristo sigue siendo lejano, como una voz entre otras muchas que nos rodean y a las que estamos tan acostumbrados. El Maestro que habla, además, no enseña lo que ha aprendido de otros, sino lo que Él mismo es, el único que conoce de verdad el camino del hombre hacia Dios, porque es Él quien lo ha abierto para nosotros, lo ha creado para que podamos alcanzar la vida auténtica, la que siempre vale la pena vivir en toda circunstancia y que ni siquiera la muerte puede destruir. El Evangelio prosigue explicando estas cosas con la sugestiva imagen de quien construye sobre roca firme, resistente a las embestidas de las adversidades, contrariamente a quien edifica sobre arena, tal vez en un paraje paradisíaco, podríamos decir hoy, pero que se desmorona con el primer azote de los vientos y se convierte en ruinas.

Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros «espíritu y vida» (Jn 6,63), raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Hacedlo cada día con frecuencia, como se hace con el único Amigo que no defrauda y con el que queremos compartir el camino de la vida. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.

Aprovechad estos días para conocer mejor a Cristo y cercioraros de que, enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Hacedla crecer con la gracia divina, generosamente y sin mediocridad, planteándoos seriamente la meta de la santidad. Y, ante nuestras flaquezas, que a veces nos abruman, contamos también con la misericordia del Señor, siempre dispuesto a darnos de nuevo la mano y que nos ofrece el perdón en el sacramento de la Penitencia.

Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos como se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos.

Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios. Nosotros, en cambio, sabemos bien que hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle. Por Cristo lo podemos conseguir verdaderamente y, arraigados en Él, damos alas a nuestra libertad. ¿No es este el gran motivo de nuestra alegría? ¿No es este un suelo firme para edificar la civilización del amor y de la vida, capaz de humanizar a todo hombre?

Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre, que da consistencia a todo el universo. Él murió por nosotros y resucitó para que tuviéramos vida, y ahora, desde el trono del Padre, sigue vivo y cercano a todos los hombres, velando continuamente con amor por cada uno de nosotros.

Encomiendo los frutos de esta Jornada Mundial de la Juventud a la Santísima Virgen María, que supo decir «sí» a la voluntad de Dios, y nos enseña como nadie la fidelidad a su divino Hijo, al que siguió hasta su muerte en la cruz. Meditaremos todo esto más detenidamente en las diversas estaciones del Via crucis. Y pidamos que, como Ella, nuestro «sí» de hoy a Cristo sea también un «sí» incondicional a su amistad, al final de esta Jornada y durante toda nuestra vida. Muchas gracias.

martes, 16 de agosto de 2011

El drama de nuestros jóvenes: incapaces de contraer matrimonio

Creo que Dios, o si lo prefieren Vds. la Naturaleza, hace bien las cosas. Cuando hace años empezaron en lo sexual esas teorías de lo políticamente correcto me hizo gracia leer que en una universidad sueca, habían hecho un estudio en el que habían llegado a la conclusión que lo mejor para un niño es nacer en una familia estable y en la que los padres se aman. En aquel momento pensé que para ese viaje no se necesitan alforjas. Para mí es indudable que el niño, cualquier niño, tiene derecho a nacer, a vivir, a crecer sano y feliz en una familia estable y amorosa., siendo el hogar familiar el mejor ámbito para la acogida de los hijos y para darles seguridad afectiva. Y lo que pienso yo lo piensa mucha gente, pues la familia suele ser la institución más valorada en muchas encuestas.

Pero con lo sexualmente políticamente correcto parece ser que de lo que se trata es incapacitar a nuestros jóvenes con el objetivo de conseguir que no puedan contraer matrimonio. Recuerdo cuando me venían a clase los de Sanidad a dar una educación sexual que no pasaba de ser una instrucción a fin que supiesen ponerse un preservativo y tratar así de prevenir embarazos y evitar enfermedades venéreas, porque con el pretexto de neutralidad se evitaba cualquier educación en valores y en concreto sobre todo la palabra castidad, que no es otra cosa sino el dominio de la sexualidad por la razón para aprender a respetarse a sí mismo y a los demás, era cuidadosamente evitada Su enseñanza, nos decían, era objetiva, neutral y científica, es decir con una total ausencia de valores y una gran presencia de errores, como muestra su rotundo fracaso a la hora de prevenir embarazos no deseados, pues con una instrucción así el número de abortos ha ido en progresión constante.

A mí me llamó especialmente la atención la afirmación que les merecía tanto respeto un chico que se acostase como uno que no lo hiciera, lo que no deja de ser falso porque por ejemplo no me merece el mismo respeto el buen estudiante que el malo, y tampoco opino que merece la misma estima un joven que tiene valores que uno que no los tiene. Desde luego si da lo mismo, para mí está claro que el que no tiene relaciones sexuales es tonto. Eso dicho a adolescentes me parecía gravísimo y entonces yo ya tenía claro que si se empieza a ir a la cama a los quince años, para la edad del matrimonio ya se han acostado con una media de cinco a seis personas y como el matrimonio no cambia sustancialmente las personas después de la boda seguirían las infidelidades y la ruptura de los matrimonios. Para muchos el único principio moral que han recibido es me apetece o no me apetece.

Desgraciadamente el tiempo ha confirmado mi pesimismo. Recuerdo el asombro de tantos jóvenes de ambos sexos cuando les decía que la causa de sus repetidos fracasos en el noviazgo era que de entrada se iban a la cama sin ningún esfuerzo por madurar humanamente y mucho menos cristianamente, con lo cual a muchos se les está pasando hasta la edad de casarse. Debo decir que hasta a los curas nos da apuro hablar de castidad y por ello una generación en la que muchos han sido educados sin valores no es extraño que fracase rotundamente.

Es cierto que no es la única causa, las cifras del paro juvenil son también muy elocuentes, pero quien renuncia a dar valores y aquí hay que hacer un llamamiento a padres y educadores, no se extrañen que luego no se recoja lo que no se ha sembrado. El problema no está en cuántos lo hacen, sino qué es lo realmente mejor, y aunque aparentemente el irse a la cama y la convivencia previa parece que debería llevar a una mayor estabilidad de la pareja, al saber ambos lo que es una vida en común, el alejarse de Dios, que es el autor e inventor del Amor, con la realización de actos que en sí son pecado, no llevan al éxito de esta realización de la persona ni de la pareja.

Una encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) titulado “Encuesta sobre fecundidad y familia” de 1995, confirmado por otros trabajos y estadísticas de Francia, Suecia y Estados Unidos, señala que entre las mujeres nacidas a finales de los años sesenta, se han separado en los primeros cinco años de matrimonio entre las que cohabitaron previamente, una cuarta parte, y de las que se casaron directamente, sin cohabitación previa, algo menos del cuatro por ciento.

Es decir, las relaciones sexuales previas no ayudan a poder fundar una familia estable, sino todo lo contrario. La solución: volver a una educación sexual seria donde estén presentes los valores humanos y porqué no, cristianos. Una auténtica educación para el amor.

Autor: Pedro Trevijano | Fuente: http://www.religionenlibertad.com/

martes, 9 de agosto de 2011

Los niños y la Liturgia: Iniciar a los niños en la Liturgia

«Puesto que la vida plenamente cristiana no se puede pensar sin la participación en las acciones litúrgicas en la que los fieles congregados en uno celebran el Misterio Pascual, la iniciación religiosa de los niños no debe ser ajena a ese fin. La Iglesia, que bautiza a los niños, confiada en los dones que este Sacramento da, debe cuidar que los bautizados crezcan en la comunión con Cristo y los hermanos, de cuya comunión es signo y prenda la participación en la mesa eucarística, a la cual se preparan los niños o en cuya significación son introducidos más profundamente. La cual formación litúrgica y eucarística no es lícito separar de la educación universal, humana y cristiana, más aún, sería nocivo sí la formación eucarística careciera de tal fundamento...»

Sagrada Congregación para el Culto Divino: Directorio Litúrgico para las Misas con Participación de Niños, n.º 8



Iniciar a los niños en la liturgia es una de las más hermosas tareas que se pueden realizar en la catequesis. Por la iniciación litúrgica, los niños se integran a la oración comunitaria de toda la Iglesia, que celebra la vida de Dios desde que Jesús la fundó. De ahí, su importancia. Por esta razón, la iniciación litúrgica de los niños debe comenzar desde los primeros años de catequesis.

Tomar en serio a la niñez, no solo como un paso a la adultez, sino como un tiempo de la vida con características propias, equivale a tener en cuenta y valorar al niño en su forma de ser, de expresarse, de pensar, de percibir la realidad, de amar, de relacionarse con los demás, con las cosas y con Dios. No podemos pensar en la fe de los niños como una fe diminuta o incompleta. El niño tiene una profunda capacidad de conocer y entablar una relación de amistad con Dios y que debemos favorecer y cultivar.

La iniciación litúrgica de los niños, atendiendo a sus necesidades específicas y a su psicología evolutiva, deberá ser progresiva y sistemática. Esencialmente deberá constituirse en un camino gradual, en una invitación a la fiesta, es una iniciación a la celebración y a la vida comunitaria. Por esta razón, debemos armarnos de paciencia, sabiendo que es algo a lograr con los niños con el tiempo, pero sobre todo, con el ejemplo de los adultos que hacen de la liturgia eclesial una fiesta comunitaria.

Como los niños y niñas no tienen la madurez y los conocimientos necesarios para comprender todo lo que la liturgia significa; es necesario proponerles un itinerario que, de a poco, pueda ir introduciéndolos en el maravilloso mundo de la liturgia, vivida en Iglesia.

Para ello, habrá que respetar el ritmo de los niños, sus necesidades, su manera de aprender y relacionarse con la realidad y mundo que los rodea. Es muy importante que las primeras experiencias litúrgicas de los niños no resulten algo tedioso y aburrido, algo lleno de signos y lenguaje incomprensibles, algo lejano a su realidad y alejado de sus maneras de expresarse.

Para que iniciación litúrgica de niños y niñas resulte positiva, es imprescindible generar acciones que progresivamente vayan introduciendo a los niños en el carácter y el arte de celebrar la liturgia.

Toda iniciación litúrgica de los niños deberá tener un carácter alegre, festivo, celebrativo y convocante para toda la comunidad. Esta la principal razón por la que los niños y niñas, especialmente los más pequeños, no pueden ser obligados a participar en la liturgia. La idea es que los niños y niñas se sientan, más bien, convocados, invitados, partícipes en la celebración litúrgica. En la medida que los niños y niñas se vayan encontrando mejor preparados, cuando lo deseen, podrán participan junto con la familia en la Misa, presintiendo el misterio eucarístico, que los acompañará durante toda su vida.

Un camino privilegiado para la iniciación litúrgica de los niños y niñas es a través de las Celebraciones de la Palabra. La iniciación litúrgica de los niños estará signada, jalonada por las Celebraciones de la Palabra. Las fiestas litúrgicas importantes (Pascua, Pentecostés y Navidad) pueden ser vividas de una manera alegre y profunda a través de las mismas.

Las Celebraciones de la Palabra constituyen uno de los momentos predilectos y encantadores de la catequesis de niños. En los últimos tiempos, estas celebraciones han adquirido un lugar importantísimo en la iniciación litúrgica de grandes y pequeños. De hecho, son verdaderos encuentros de oración, donde los niños pueden sentir y expresar su fe, comunitariamente.

De esta manera, las Celebraciones de la Palabra nos llevarán poco a poco a la gran celebración de la Iglesia: la Eucaristía. La Eucaristía supone el punto culminante de la liturgia de la Iglesia.

Los niños y niñas, llegado el momento, participarán junto a sus familias, en la Eucaristía de los domingos. Para que esta participación se haga efectiva resulta ineludible prepararlos a conciencia desde pequeños para que así puedan expresar y celebrar la propia fe; camino que se nos facilita a través de las Celebraciones de la Palabra.

(De la Serie «Los niños y la Liturgia», columna 2.ª)

Para consultar con el autor o leer otros artículos suyos,
visite www.luis-catequesis.go.to

Argentina: Revista de educación sexual del gobierno carece de moral

BUENOS AIRES, 01 Ago. 11 / 02:07 am (ACI/EWTN Noticias)

El director de la Corporación de Abogados Católicos, Eduardo A. Bieule, expresó que "el Ministerio de Educación de la Nación ha distribuido en las escuelas una revista sobre educación sexual, que se entromete en los hogares argentinos con una propuesta carente de sentido moral".

En un comunicado dado a conocer por la agencia argentina AICA, el experto señala que la revista propone una perspectiva "en que la distinción entre el varón y la mujer sería irrelevante, pudiendo la misma ser configurada de acuerdo a los deseos de cada persona, como también la forma de vivir la sexualidad –homosexualidad, lesbianismo, heterosexualidad, travestismo–, todo lo cual carece, según la publicación, de relevancia, puesto que lo único que importaría sería la satisfacción sexual".

También advierte que en la publicación no hay ninguna vinculación entre la sexualidad y el amor, ni tampoco se relaciona la sexualidad con la apertura a la vida, negándose la complementariedad entre el varón y la mujer.

"En el manual, el embarazo deja de ser una culminación del amor entre el varón y la mujer, para pasar a ser una situación de riesgo, equivalente a las enfermedades de transmisión sexual", afirmó.

Además, prosiguió, "se deja de lado al matrimonio, ya que, según la publicación, una unión de cualquier tipo constituiría una familia, con lo que se llega a un enfoque disolvente de dicha institución".

"La educación sexual –dijo el director de esta corporación católica– debe consistir en una educación para el amor, en lugar de una educación simplemente genital. La cual no se logra con la información, sino que debe prestarse especial atención a la educación de la voluntad, de los sentimientos y emociones, debiendo la ilustración que se imparta al respecto tener como base imprescindible una instrucción en valores, coherente con los principios morales, y no simplemente la transmisión de conductas para prevenir embarazos no deseados".

En el documento, Eduardo Bieule expresa su preocupación por la distorsión que hace la publicación de los efectos de la píldora abortiva del día siguiente y la manera en que minimiza la verdadera esencia del embrión "que de acuerdo a nuestra ley, es una persona humana constitucionalmente protegida-, al considerarlo un `puntito pequeño´, de manera de restar importancia al aborto".

"Por último, es sin duda altamente criticable que en materia de educación sexual se deje de lado el papel prioritario de los padres, que no debe ser invadido por los poderes públicos, puesto que aquéllos tienen reconocido constitucionalmente un derecho a tener una participación necesaria en todas las acciones que quiera emprender el Estado al respecto, que sin la conformidad paterna, resultan ilegítimas", concluyó.

sábado, 30 de julio de 2011

LA MAYOR POBREZA QUE ATENTA CONTRA LOS JÓVENES ES LA FALTA DE AMOR

Cuando quedan pocos días para las Jornadas Mundiales de la Juventud de Madrid, Benedicto XVI ha alentado a salir al paso de las pobrezas que hoy día atenazan a los jóvenes, comenzando por la peor, la falta de amor.
 
  “Es necesario --subraya el papa en una misiva-- que el crecimiento de las nuevas generaciones sea alimentado no sólo por nociones culturales y técnicas, sino sobre todo por el amor, que vence al individualismo y al egoísmo y permite prestar atención a las necesidades de todo hermano y hermana, incluso cuando no puede intercambiarlas, es más, precisamente entonces”.

Por este motivo, el Santo Padre pide “preocuparse por toda pobreza de nuestra juventud, moral, física, existencial, y ante todo, la pobreza de amor, raíz de todo serio problema humano”.

Esta es la consigna que ha dejado en la carta que ha enviado al prepósito general de los Clérigos Regulares Somascos, con motivo del año jubilar convocado por la Orden en el quinto centenario de la prodigiosa liberación de la cárcel del fundador, san Jerónimo Emiliani (1486-1537), patrono universal de los huérfanos y de la juventud abandonada.

La misiva presenta el ejemplo del joven soldado Jerónimo, cuya vida cambió en la noche del 27 de septiembre de 1511, cuando estaba encarcelado, tras haber quedado prisionero en la guerra entre la República de Venecia y los Estados de la Liga de Cambrai.
 
Tras hacer un voto de cambio de vida a la Virgen, recuperó la libertad de manera inexplicable.

“Orientado por sus vicisitudes familiares, a causa de las cuales se había convertido en tutor de todos sus sobrinos que quedaron huérfanos, san Jerónimo maduró la idea de que la juventud, sobre todo la más necesitada, no puede ser abandonada, sino que para crecer de una manera sana requiere un requisito esencial: el amor”, explica el papa.

“En él, el amor superaba el ingenio, y dado que era un amor que surgía de la caridad misma de Dios, estaba lleno de paciencia y de comprensión: atento, tierno y dispuesto al sacrificio, como el de una madre”, escribe el obispo de Roma.
 
Los Padres Somascos, fundados por san Jerónimo como “Compañía de los siervos y de los pobres”, hacia el año 1534, asumen el nombre de la localidad italiana donde nacieron y falleció su fundador, Somasca. Se dedican en particular a la educación cristiana de la juventud.

Los Somascos cuentan con 463 religiosos, de los cuales 338 son sacerdotes, esparcidos por Europa, América y Asia.

jueves, 28 de julio de 2011

Conoce el contenido de YouCat


El nombre YouCat invita a pensar en la célebre web de alojamiento de vídeos, pero YouCat es la abreviatura, o mejor dicho, el acrónimo de "Youth Catechism": el Catecismo Joven. Se trata de una síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica especialmente dirigido a los jóvenes, una explicación contemporánea de la fe católica.

Un ejemplar del YouCat se entregará dentro de la mochila que recibirán los participantes a la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Madrid del 16 al 21 de Agosto de 2011.


¿Cuándo estará on line el YouCat?

No lo sabemos a ciencia cierta. Hay muchos foros y blogs en la red que están pidiendo que salga pronto en formatos adecuados para su lectura, como pueden ser: en .pdb (para lector iSilo); en .pdf; en .epub (como iBook); en html; como una app para iPhone e iPad, así como en aplicaciones para Android y para Blackberry, pues es lógico apostar por la movilidad humana. Además de libro impreso, que está muy bien diseñado, somos partidarios de que se ofrezca en formatos compatibles con cualquier PDA.

Solo con el afán de animar a su lectura y estudio, un equipo de encuentra.com se fue a la caza del YouCat. Te presentamos algunas de sus características:


1. Esta es la fotografía del libro impreso





2. Aquí puedes ver la primera página







3. Viene con una presentación del Papa Benedicto XVI quien nos invita a los jóvenes a estudiarlo con profundidad:

"La juventud no es tan superficial como se le acusa de ser. Los jóvenes quieren saber en qué consiste de verdad la vida. Una novela negra es interesante porque nos implica en la suerte de otras personas, pero que podría ser también la nuestra. El catecismo es interesante porque nos habla de nuestro destino y afecta tanto al vecino como a nosotros mismos".




4. YouCat está presentado con un formato pregunta-respuesta en el que se responde a las principales cuestiones de la fe católica siguiendo la estructura del Catecismo de la Iglesia Católica: en qué creemos, cómo lo celebramos –los sacramentos-, cómo lo vivimos en Cristo –la moral- y cómo se reza, la oración. Si te fijas bien, esa es la estructura del Portal encuentra.com que desde el año 2000 está en el ciberespacio.




5. Desde el punto de vista pedagógico está muy bien hecho, tanto en el contenido como en su diseño. Además del método pregunta-respuesta se pueden encontrar comentarios al margen para conocer y profundizar más.





6. En el diseño, llama la atención el uso del color, los fondos en los textos, las fotografías y dibujos, que por su sencillez, le dan un toque de alegría y buen humor tan propios de la vida de un católico.









7. Hay abundantes citas de la Biblia e invitaciones a ir directamente a los textos de la Sagrada Escritura para profundizar en ellos.






8. Se encuentran también un sumario de palabras claves que ayudan a entender el contenido de las verdades de nuestra fe.






9. Son de gran ayuda, algunas frases tomadas de los escritos de los santos que nos animan a todos a buscar la santidad a la que todos estamos llamados.






10. Hay referencias a la vida de los primeros cristianos que son nuestros primeros hermanos en la fe. Gracias a su vida ejemplar nosotros seguimos adelante, bien unidos al Papa y formando la única Iglesia fundada por Jesucristo.





11. Son de gran utilidad algunos gráficos que muestran de manera clara algunos conceptos. Muchos entenderán, por ejemplo, el Año Litúrgico y los motivos por los que celebramos.
Fuente: Encuentra.com

miércoles, 27 de julio de 2011

Católicos deben comulgar en la boca y de rodillas

En entrevista concedida a ACI Prensa, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Antonio Cañizares Llovera, señaló que los católicos deben comulgar en la boca y de rodillas.

Así lo indicó el Purpurado español que sirve en la Santa Sede como máximo responsable, después del Papa, de la liturgia y los sacramentos en la Iglesia Católica, al ser consultado sobre si es recomendable que los fieles comulguen o no en la mano.

La respuesta del Cardenal fue breve y sencilla: "es recomendable que los fieles comulguen en la boca y de rodillas".


Asimismo, al responder a la pregunta de ACI Prensa sobre la costumbre instaurada por el Papa Benedicto XVI de hacer que los fieles que reciben la Eucaristía de él lo hagan en la boca y de rodillas, el Cardenal Cañizares dijo que eso se debe "al sentido que debe tener la comunión, que es de adoración, de reconocimiento de Dios".
"Es sencillamente saber que estamos delante de Dios mismo y que Él vino a nosotros y que nosotros no lo merecemos", afirmó.

El Purpurado dijo también que comulgar de esta forma "es la señal de adoración que es necesario recuperar. Yo creo que es necesario para toda la Iglesia que la comunión se haga de rodillas". "De hecho –añadió– si se comulga de pie, hay que hacer genuflexión, o hacer una inclinación profunda, cosa que no se hace".

El Prefecto vaticano dijo además que "si trivializamos la comunión, trivializamos todo, y no podemos perder un momento tan importante como es comulgar, como es reconocer la presencia real de Cristo allí presente, del Dios que es amor de los amores como cantamos en una canción española".

Al ser consultado por ACI Prensa sobre los abusos litúrgicos en que incurren algunos actualmente, el Cardenal dijo que es necesario "corregirlos, sobre todo mediante una buena formación: formación de los seminaristas, formación de los sacerdotes, formación de los catequistas, formación de todos los fieles cristianos".

Esta formación, explicó, debe hacer que "se celebre bien, para que se celebre conforme a las exigencias y dignidad de la celebración, conforme a las normas de la Iglesia, que es la única manera que tenemos de celebrar auténticamente la Eucaristía".


Finalmente el Cardenal Cañizares dijo a ACI Prensa que en esta tarea de formación para celebrar bien la liturgia y corregir los abusos, "los obispos tenemos una responsabilidad muy particular, y no podemos dejarla de cumplir, porque todo lo que hagamos en que la Eucaristía se celebre bien será hacer que en la Eucaristía se participe bien".

domingo, 24 de julio de 2011

La oración en la era digital

H.O. Tanner, Cristo con su Madre leyendo las Escrituras (c. 1909)
Museo de Arte, Dallas


Hablar con Dios confiadamente no es difícil: un niño puede hacerlo. Las dificultades surgen cuando se anteponen las dudas: ¿No será la oración un encerrarse en sí mismo y aislarse de los problemas reales del mundo? ¿De verdad Dios escucha siempre? ¿Cómo saber cuál es su voluntad? ¿Hasta dónde puedo comprometerme? ¿Qué hacer si no se sabe orar? ¿Cómo enseñar a otros? 


En la era digital, seguimos buscando superar la finitud

      Estas y otras son las cuestiones que, desde el 4 de mayo de 2011, viene afrontando Benedicto XVI, en una nueva serie de catequesis sobre la oración. Dedicó las dos primeras a introducir el tema; después, a cuatro grandes orantes del Antiguo Testamento (Abraham, Jacob, Moisés y Elías), y luego afrontó la importancia de los salmos en la oración. Todo ello poniendo siempre a Jesús como centro y origen de la oración.

      En las dos primeras catequesis mostró que las culturas antiguas (como Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma) son testigos de la oración con diversos acentos (petición, súplica, alabanza y agradecimiento), aún dentro de ciertas oscuridades. Y es que “la oración y el sentido religioso forman parte del hombre a lo largo de toda su historia” (11-V-2011), también en nuestra época: “El hombre ‘digital’, al igual que el de las cavernas, busca en la experiencia religiosa los caminos para superar su finitud y para asegurar su precaria aventura terrena”. La oración es ante todo un don y una gracia de Dios que mueve a desear a Dios y a buscarle libremente. Como el amor de Dios es siempre fiel, la oración es también “un hondo acontecimiento de Alianza” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2567). 


La oración de Abraham: Dios siempre responde y ofrece el perdón a quienes lo aceptan

      En Abraham (cf. Gn, cap. 18) se manifiesta que la oración de intercesión es progresiva identificación del que reza con el Dios que perdona y salva. Abraham desea la salvación de los pecadores de Sodoma y Gomorra, pero también desea que Dios se manifieste como justo y misericordioso; esto requiere que los malhechores acepten el perdón divino. Con otras palabras, Dios siempre responde a la oración. Como ha hecho a cada persona libre, dueña de sus acciones, Dios ha querido que su respuesta sea recibida libremente por el orante o por aquél por quien suplica. Y eso debe manifestarse con un cambio en la vida, un abrirse a Dios y a los demás; esto es, una conversión. Ahora bien, sólo un amor que sea al mismo tiempo justicia y perdón que se ofrece libremente, puede curar las heridas producidas por el pecado en el corazón del hombre y sus consecuencias. Esto es lo que hizo Jesús en la Cruz, intercediendo y perdonando a todos los que lo aceptan; y en él toda oración de intercesión encuentra respuesta (cf. 18-V-2011). 


La oración es un "combate espiritual" que requiere humildad, confianza y perseverancia (Jacob)

 
A.L. Leloir, Jacob luchando con el Ángel (1865)

     La lucha de Jacob con un misterioso personaje (cf. Gn, cap. 32) expresa que toda oración es un combate espiritual: supone un esfuerzo confiado y tenaz, una lucha “cuerpo a cuerpo” para vencer los autoengaños, llegar con humildad al reconocimiento de la propia debilidad, y abrirse así a la voluntad de Dios. La oración exige perseverancia para hacer, al que reza, capaz de recibir, como fruto de la conversión y el perdón, la bendición de Dios, la renovación personal y el poder ver finalmente el rostro de Dios. También la “lucha” de Jacob es símbolo de la entera vida humana (que debe transformarse en oración a base de “hacer oración” cada día); pues “aquel que se deja bendecir por Dios, se abandona a Él, se deja transformar por Él, hace bendito el mundo” (25-V-2011). 


La oración exige el compromiso personal para servir a los demás (Moisés)

 M. Chagall, Moisés recibiendo las Tablas de la Ley
Museo Chagall, Niza

      La oración de Moisés (cf. Ex., cap 32 y Dt, cap. 9) pone de relieve que la oración del intercesor sirve a la misericordia divina y es escuela de generosidad, hasta el don de sí mismo. A los pies del Sinaí, los israelitas se habían hecho un ídolo en forma de becerro de metal fundido. Moisés intercede por amor a su pueblo y también por amor a Dios, y ofrece su propia vida a cambio del perdón para los suyos. También aquí hay una prefiguración de Cristo, que “lleva consigo nuestros pecados para salvarnos a nosotros: su intercesión no es sólo solidaridad, sino que se identifica con nosotros: nos lleva a todos en su cuerpo. Y así toda su existencia de hombre y de Hijo es un grito al corazón de Dios, es perdón, pero un perdón que transforma y renueva” (1-VI-2011).


Elías: la verdadera oración lleva a salir de uno mismo para adorar y amar

 Icono del profeta Elías

     En el caso de Elías, su oración enseña lo que es la verdadera adoración (cf. I Re, cap. 18). Los profetas de Baal confíaban en sus propias capacidades para obtener la respuesta a su oración: se encierran teatralmente sobre sí mismos e incluso se autolesionan. En cambio –según Benedicto XVI– la oración auténtica, que Elías promueve, es aquella que abre el corazón y lo libera permitiendo “salir del espacio estrecho del propio egoísmo, para acceder a dimensiones de amor y de don mutuo” (15-VI-2011). La verdadera oración es impulsada por el Espíritu Santo, y por eso –observa el Papa– “la verdadera adoración no destruye, sino que renueva, transforma”. El fuego del amor de Dios hace del pueblo entero de Israel un lugar de ofrenda y sacrificio, purifica y crea de nuevo los corazones, para hacerlos capaz de adorar y amar.


Actualidad de los salmos como escuela de oración

      Y así llega el Papa a plantear la importancia de los Salmos en la oración (cf. 22-VI-2011). Los salmos recogen todas las actitudes de la existencia humana, resumidas en dos grandes ámbitos: la súplica y la alabanza. En la súplica el orante expone su necesidad, con frecuencia unida al lamento, reconociendo a Dios como bueno. Se ponen en práctica actitudes de fe, esperanza y caridad, junto con la humildad. “De este modo, en la oración de los Salmos, la súplica y la alabanza se entrelazan y se funden en un único canto que celebra la gracia eterna del Señor que se inclina hacia nuestra fragilidad”.

      Los salmos, afirma Benedicto XVI, son escuela de oración algo así como las palabras de los padres sirven al niño que comienza a hablar: se expresa con palabras aprendidas de otros y así aprende un modo de pensar y de sentir. Así los salmos nos enseñan, con palabras de Dios, un lenguaje para hablar confiadamente con Él, conocerle y conocernos a nosotros mismos.

      Los salmos presentan a David como paradigma de orante: “un orante apasionado, un hombre que sabía lo que quiere decir suplicar y alabar”; y así, se convierte en una figura mesiánica, que preanuncia el misterio de Cristo. De hecho “en el Señor Jesús, que en su vida terrena rezó con los Salmos, encuentran su definitivo cumplimiento y revelan su sentido más profundo y pleno”. Más concretamente, “las oraciones del Salterio, con las que se habla a Dios, nos hablan de Él, nos hablan del Hijo, imagen del Dios invisible (Col 1,15), que nos revela completamente el Rostro del Padre”. Y de aquí, deduce el Papa: “El cristiano, por tanto, rezando los Salmos, reza al Padre en Cristo y con Cristo, asumiendo estos cantos en una perspectiva nueva, que tiene en el misterio pascual su última clave interpretativa”. De este modo, “el horizonte del orante se abre así a realidades inesperadas, todo Salmo tiene una luz nueva en Cristo y el Salterio puede brillar en toda su infinita riqueza”.

      En efecto, y, de este modo, los salmos se revelan siempre actuales, y centrales para la oración cristiana. Cristo los rezó y nosotros, en su Cuerpo místico, los rezamos, también apropiándonos esas oraciones, según nuestras necesidades o las de los demás. Para todo ello se pueden consultar las referencias a los salmos que se encuentran en otros lugares de la Sagrada Escritura (sobre todo en el Nuevo Testamento), especialmente los citados por Cristo mismo; y también pueden ayudar las citas y los comentarios de otros autores (Padres de la Iglesia, santos, pensadores cristianos, etc.) que han encontrado en los salmos el deseo de Dios, que es “el alma de la oración”. 


(publicado en Cope.es, 21-VII-2011)

viernes, 15 de julio de 2011

Padres, ¡No Claudiquen en la educación sexual de sus hijos!

Nadie duda, y los padres somos conscientes de ello, que la sexualidad es una parte muy importante de la vida del ser humano que no podemos ignorar. De ahí que los padres debemos poner todos los medios a nuestro alcance para encontrar, y poner en práctica, el autentico y más adecuado programa de educación sexual.

¡Manos a la obra ya!

En los últimos años, la preocupación de los padres, abrumados por las innumerables publicaciones de educación sexual que reducen todo al puro placer, ha ido en aumento.

Necesitamos un programa de educación claro, verdadero y completo; gradual y equilibrado. Con una visión de la sexualidad integral e integradora, conforme a los principios antropológicos fundamentales de la naturaleza y la dignidad de la persona humana.

Un programa que enriquezca las facultades del hombre –inteligencia y voluntad–, y que nos capacite en el desarrollo libre, razonado e integral de nuestra personalidad al servicio de una sexualidad sana y responsable.

Dicho esto, y bajo el amparo no solo de la legislación española, sino también de la jurisprudencia europea, los padres no debemos claudicar de nuestras libertades y derechos avalados por la Constitución, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta Europea de los Derechos del Niño.

Hablamos de un derecho pero también de una responsabilidad que son prioritarios intransferibles, innegociables, indelegables e insustituibles. Por lo tanto, los padres tenemos la obligación de ejercer nuestro derecho y nuestra responsabilidad en la educación de la sexualidad: Son las manos infinitamente cuidadosas de los padres, y no ningunas otras, por sabias que sean, las que tienen la máxima eficacia para llevar a cabo la iniciación sexual (Dr. Marañón).

A pesar de que muchos padres se sientan confusos ante esta responsabilidad, no pueden dudar de su privilegiada capacidad de amar, conocer y comprender las necesidades en el desarrollo armónico y equilibrado de sus hijos, incluida, la dimensión humana de la sexualidad. En efecto, los padres, movidos por el amor, el cariño y la comprensión por cada uno de sus hijos, son los protagonistas principales, irreemplazables, necesarios y los más adecuados protagonistas en su educación integral.

“Estamos en familia…”

La familia es el ámbito natural y más apropiado para el desarrollo de la personalidad, el espacio privilegiado donde, en un ambiente de amor y confianza, pueden plantearse sin traumas los interrogantes sobre la sexualidad. Los primeros años en familia, y la manera en que el niño los interpreta, contribuyen a la formación de actitudes, valores y comportamientos que tienden a persistir durante la vida adulta.

Es verdad que la familia no es la única fuerza modeladora en la vida de un niño: el colegio, los amigos y las instituciones de enseñanza superior, a lo que podríamos añadir las normas y costumbres que profanan el verdadero significado de la sexualidad y que son alentadas por los medios de comunicación como televisión, internet, videos, películas, libros y revistas, también influyen en las actitudes y valores. Pero como acertadamente dijo Mercedes Arzú de Wilson, nada tiene mayor impacto en un niño que su experiencia familiar.

De ahí la importancia de la libertad de los padres a la hora de elegir un centro educativo acorde a sus convicciones, preferencias morales, religiosas, filosóficas y pedagógicas, como señala el art.14 de la Declaración de Derechos fundamentales de la Unión Europea.

Padres y profesores deben estar coordinados en el proyecto y finalidad de la tarea educativa. Porque los educadores, llamados a formar personas con su quehacer profesional, pueden articular un programa de formación que ofrezca valores y criterios sólidos de discernimiento para orientar el comportamiento humano responsable en este campo.

El papel del estado

La dejación de estos derechos y responsabilidades de los padres, por ignorancia, comodidad y, muchas veces, por ingenuidad, deja la puerta abierta a una invasión del Estado en la tarea educativa de nuestros hijos.

Un asedio, institucional y obligatorio, que pretende secuestrar la conciencia y las actitudes de nuestros hijos, cuestionando las convicciones morales, religiosas, y afectivas de las familias, con un único objetivo: introducir una nueva concepción del hombre y de la dimensión humana de la sexualidad con la que poder manipular las mentes de nuestros hijos e imponer su doctrina.

Los padres, como primeros y principales educadores de nuestros hijos, no podemos permitir esta usurpación de derechos. Es más, es nuestra responsabilidad encontrar soluciones lo más inmediatas posibles, para recuperar, mediante la educación y el ejemplo, los auténticos valores éticos y morales que ensalcen la dignidad de la persona humana.

¿Qué podemos hacer?

¿Cómo hablar con nuestros hijos del arte de un amor auténtico? ¿Cuándo es el momento oportuno para resolver sus inquietudes? ¿En qué objetivos vamos a centrar nuestras propuestas es eficaz: la espera, el respeto del otro, la madurez, el amor verdadero,….? ¿Cómo ayudarles a prevenir todas aquellas situaciones que puedan perjudicar su desarrollo personal?

En el tema de la educación de la sexualidad, como sucede cuando se aprende a leer, escribir, o incluso a comer, se necesita un cierto entrenamiento gradual e integral. Si no educamos nuestras emociones y sentimientos, nuestros deseos y apetencias; si no educamos nuestra capacidad de amar, nuestro carácter, nuestras miradas o gestos, en una relación de libertad, respeto, autodominio y entrega, estaremos reduciendo nuestro cuerpo y el de los demás, la grandeza de la sexualidad y nuestra capacidad de amar, a un mero trámite en el que los instintos gobiernan nuestro corazón, en lugar de ser al contrario.

De ahí, la importancia de una educación que ponga las bases del amor humano y verdadero desde el momento que surge la primera chispa que atrae a dos personas, pasando por el sentimiento profundo de satisfacción de estar con el otro (qué bien me siento contigo), hasta llegar al verdadero amor que apunta a descubrir la totalidad del otro y buscar su bienestar, su felicidad y la posibilidad de formar entre ambos un vínculo, una relación muy profunda (siempre te volvería a escoger a ti y solo a ti). En definitiva: una educación en valores que ayude a redescubrir el único camino que nos llevará a la felicidad personal y comunitaria.

No nos dejemos arrastrar por el pesimismo y la indiferencia. No es tarea fácil y lo sabemos. Pero, si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada peldaño que subimos es un paso más hacia un lugar equivocado (Stephen Covey).

¿Cómo podemos hacer?

Seamos honestos, claros y veraces en nuestras conversaciones y actitudes. De esta manera, nuestros hijos no solo nos respetarán como autoridad a seguir, sino que confiarán en nuestro consejo sobre sexo, valores y relaciones sanas. Demostrémosles que no se trata de una cuestión tabú, y que pueden acudir a nosotros para consultar sus legítimas dudas.

Debemos tratar de promover una cultura de la vida y del amor basada en unos valores éticos y morales, que son la razón de ser de la dignidad y el respeto del ser humano y promover, asimismo, el respeto al derecho a la vida y a la integridad moral y física.

Para ello, los padres debemos buscar tiempo para la educación y el cuidado de nuestros hijos, para que se sientan amados y aceptados en la familia, para charlar, divertirnos, compartir alegrías y penas, cuidarlos y que nos cuiden, ayudarnos, comprendernos…en definitiva, para dar y darse. Las comidas familiares son un buen momento para conversar y conocer en profundidad a nuestros hijos, los cuales han de sentir que son importantes para sus padres.

Hemos de hablarles de la libertad – compromiso – felicidad - reciprocidad del amor (relación de ida y vuelta), hacerles crecer en responsabilidad y autoestima, fomentar el valor de solidaridad que les obligue a salir de sí y a compartir. Para todo ello es de extrema importancia el ejemplo de los padres; fortaleza, audacia, unidad de vida, coherencia, hacerles atractivo el amor.

Pongamos especial interés en educar el maravilloso valor de la amistad. Abrir las puertas de tu casa a los amigos de tus hijos para estudiar, jugar, hacer fiestas,…. Hacer hincapié en las relaciones desinteresadas: no vales por lo que tienes sino por lo que eres.

No nos olvidemos de incidir en la importancia de la intimidad y el pudor. Hacerles comprender que hay que evitar extravagancias, vulgaridades y exhibiciones que puedan molestar a los demás.

Dialogar, dialogar y dialogar. Poner los medios para que sus hijos adolescentes cuenten con ustedes y no con cualquier persona e informarles adecuadamente de las enfermedades de transmisión sexual. Explicarles la diferencia entre amor y emoción, la anticoncepción, las mentiras del sexo seguro, la teoría de género… Enseñarles que para amar hay que conocerse y tratarse.

Debemos enseñarles cómo y por qué decir que no. Transmitirles de forma clara el respeto de uno mismo y el autocontrol. Hacerles comprender la verdad y el significado de la sexualidad: hombre y mujer son diferentes y complementarios, el nacimiento de los hijos es un regalo lleno de responsabilidad…

Tratemos de prevenir los contenidos televisivos perniciosos, enseñándoles a ver una televisión de calidad y fomentando un espíritu crítico ante la programación, además de inculcarles un uso moderado de la misma.

Conviene educar a nuestros hijos en el buen uso de las nuevas tecnologías (NNTT), que no solo sirven para estar en contacto, para hacer nuevos amigos, para buscar información, escuchar música y en general, para desarrollar su propia cultura, sino para mejorar las relaciones personales, familiares y sociales. Para ello, tenemos la obligación de conocerlas y saber manejarlas. Como dicen por la red, el problema no es la máquina sino el hombre que la usa. Todo depende del tiempo que se dedique y la capacidad crítica que se ejerza a la hora de saber situarlas en su justo lugar.

Nunca debemos olvidarnos de respetar su libertad: Debemos encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina estando siempre atentos a ayudarles a corregir ideas y decisiones equivocadas. En cambio, lo que nunca debemos hacer es secundarlos en sus errores, fingir que no los vemos o, peor aún, que los compartimos como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano.

Considero fundamental saber tomarse la vida con buen humor, no asustarse nunca ante los comentarios y preguntas de nuestros hijos. Saber mantener a cierta distancia los problemas que se nos presentan, máxime cuando estos sean de gran calado, cuidándonos de que no nos atrape en sus redes la tristeza, la desesperación, el miedo e incluso, la depresión.

El amor no es cosa que se aprenda, ¡y, sin embargo, no hay nada que sea más necesario enseñar! (Juan Pablo II).

Autor: Remiedios Falaguera | Fuente: Sontushijos.org 

sábado, 2 de julio de 2011

Padres, ¡No Claudiquen en la educación sexual de sus hijos!

Nadie duda, y los padres somos conscientes de ello, que la sexualidad es una parte muy importante de la vida del ser humano que no podemos ignorar

Padres, ¡No Claudiquen en la educación sexual de sus hijos!
Padres, ¡No Claudiquen en la educación sexual de sus hijos!
Nadie duda, y los padres somos conscientes de ello, que la sexualidad es una parte muy importante de la vida del ser humano que no podemos ignorar. De ahí que los padres debemos poner todos los medios a nuestro alcance para encontrar, y poner en práctica, el autentico y más adecuado programa de educación sexual.

¡Manos a la obra ya!

En los últimos años, la preocupación de los padres, abrumados por las innumerables publicaciones de educación sexual que reducen todo al puro placer, ha ido en aumento.

Necesitamos un programa de educación claro, verdadero y completo; gradual y equilibrado. Con una visión de la sexualidad integral e integradora, conforme a los principios antropológicos fundamentales de la naturaleza y la dignidad de la persona humana.

Un programa que enriquezca las facultades del hombre –inteligencia y voluntad–, y que nos capacite en el desarrollo libre, razonado e integral de nuestra personalidad al servicio de una sexualidad sana y responsable.

Dicho esto, y bajo el amparo no solo de la legislación española, sino también de la jurisprudencia europea, los padres no debemos claudicar de nuestras libertades y derechos avalados por la Constitución, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta Europea de los Derechos del Niño.

Hablamos de un derecho pero también de una responsabilidad que son prioritarios intransferibles, innegociables, indelegables e insustituibles. Por lo tanto, los padres tenemos la obligación de ejercer nuestro derecho y nuestra responsabilidad en la educación de la sexualidad: Son las manos infinitamente cuidadosas de los padres, y no ningunas otras, por sabias que sean, las que tienen la máxima eficacia para llevar a cabo la iniciación sexual (Dr. Marañón).

A pesar de que muchos padres se sientan confusos ante esta responsabilidad, no pueden dudar de su privilegiada capacidad de amar, conocer y comprender las necesidades en el desarrollo armónico y equilibrado de sus hijos, incluida, la dimensión humana de la sexualidad. En efecto, los padres, movidos por el amor, el cariño y la comprensión por cada uno de sus hijos, son los protagonistas principales, irreemplazables, necesarios y los más adecuados protagonistas en su educación integral.

“Estamos en familia…”

La familia es el ámbito natural y más apropiado para el desarrollo de la personalidad, el espacio privilegiado donde, en un ambiente de amor y confianza, pueden plantearse sin traumas los interrogantes sobre la sexualidad. Los primeros años en familia, y la manera en que el niño los interpreta, contribuyen a la formación de actitudes, valores y comportamientos que tienden a persistir durante la vida adulta.

Es verdad que la familia no es la única fuerza modeladora en la vida de un niño: el colegio, los amigos y las instituciones de enseñanza superior, a lo que podríamos añadir las normas y costumbres que profanan el verdadero significado de la sexualidad y que son alentadas por los medios de comunicación como televisión, internet, videos, películas, libros y revistas, también influyen en las actitudes y valores. Pero como acertadamente dijo Mercedes Arzú de Wilson, nada tiene mayor impacto en un niño que su experiencia familiar.

De ahí la importancia de la libertad de los padres a la hora de elegir un centro educativo acorde a sus convicciones, preferencias morales, religiosas, filosóficas y pedagógicas, como señala el art.14 de la Declaración de Derechos fundamentales de la Unión Europea.

Padres y profesores deben estar coordinados en el proyecto y finalidad de la tarea educativa. Porque los educadores, llamados a formar personas con su quehacer profesional, pueden articular un programa de formación que ofrezca valores y criterios sólidos de discernimiento para orientar el comportamiento humano responsable en este campo.

El papel del estado

La dejación de estos derechos y responsabilidades de los padres, por ignorancia, comodidad y, muchas veces, por ingenuidad, deja la puerta abierta a una invasión del Estado en la tarea educativa de nuestros hijos.

Un asedio, institucional y obligatorio, que pretende secuestrar la conciencia y las actitudes de nuestros hijos, cuestionando las convicciones morales, religiosas, y afectivas de las familias, con un único objetivo: introducir una nueva concepción del hombre y de la dimensión humana de la sexualidad con la que poder manipular las mentes de nuestros hijos e imponer su doctrina.

Los padres, como primeros y principales educadores de nuestros hijos, no podemos permitir esta usurpación de derechos. Es más, es nuestra responsabilidad encontrar soluciones lo más inmediatas posibles, para recuperar, mediante la educación y el ejemplo, los auténticos valores éticos y morales que ensalcen la dignidad de la persona humana.

¿Qué podemos hacer?

¿Cómo hablar con nuestros hijos del arte de un amor auténtico? ¿Cuándo es el momento oportuno para resolver sus inquietudes? ¿En qué objetivos vamos a centrar nuestras propuestas es eficaz: la espera, el respeto del otro, la madurez, el amor verdadero,….? ¿Cómo ayudarles a prevenir todas aquellas situaciones que puedan perjudicar su desarrollo personal?

En el tema de la educación de la sexualidad, como sucede cuando se aprende a leer, escribir, o incluso a comer, se necesita un cierto entrenamiento gradual e integral. Si no educamos nuestras emociones y sentimientos, nuestros deseos y apetencias; si no educamos nuestra capacidad de amar, nuestro carácter, nuestras miradas o gestos, en una relación de libertad, respeto, autodominio y entrega, estaremos reduciendo nuestro cuerpo y el de los demás, la grandeza de la sexualidad y nuestra capacidad de amar, a un mero trámite en el que los instintos gobiernan nuestro corazón, en lugar de ser al contrario.

De ahí, la importancia de una educación que ponga las bases del amor humano y verdadero desde el momento que surge la primera chispa que atrae a dos personas, pasando por el sentimiento profundo de satisfacción de estar con el otro (qué bien me siento contigo), hasta llegar al verdadero amor que apunta a descubrir la totalidad del otro y buscar su bienestar, su felicidad y la posibilidad de formar entre ambos un vínculo, una relación muy profunda (siempre te volvería a escoger a ti y solo a ti). En definitiva: una educación en valores que ayude a redescubrir el único camino que nos llevará a la felicidad personal y comunitaria.

No nos dejemos arrastrar por el pesimismo y la indiferencia. No es tarea fácil y lo sabemos. Pero, si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada peldaño que subimos es un paso más hacia un lugar equivocado (Stephen Covey).

¿Cómo podemos hacer?

Seamos honestos, claros y veraces en nuestras conversaciones y actitudes. De esta manera, nuestros hijos no solo nos respetarán como autoridad a seguir, sino que confiarán en nuestro consejo sobre sexo, valores y relaciones sanas. Demostrémosles que no se trata de una cuestión tabú, y que pueden acudir a nosotros para consultar sus legítimas dudas.

Debemos tratar de promover una cultura de la vida y del amor basada en unos valores éticos y morales, que son la razón de ser de la dignidad y el respeto del ser humano y promover, asimismo, el respeto al derecho a la vida y a la integridad moral y física.

Para ello, los padres debemos buscar tiempo para la educación y el cuidado de nuestros hijos, para que se sientan amados y aceptados en la familia, para charlar, divertirnos, compartir alegrías y penas, cuidarlos y que nos cuiden, ayudarnos, comprendernos…en definitiva, para dar y darse. Las comidas familiares son un buen momento para conversar y conocer en profundidad a nuestros hijos, los cuales han de sentir que son importantes para sus padres.

Hemos de hablarles de la libertad – compromiso – felicidad - reciprocidad del amor (relación de ida y vuelta), hacerles crecer en responsabilidad y autoestima, fomentar el valor de solidaridad que les obligue a salir de sí y a compartir. Para todo ello es de extrema importancia el ejemplo de los padres; fortaleza, audacia, unidad de vida, coherencia, hacerles atractivo el amor.

Pongamos especial interés en educar el maravilloso valor de la amistad. Abrir las puertas de tu casa a los amigos de tus hijos para estudiar, jugar, hacer fiestas,…. Hacer hincapié en las relaciones desinteresadas: no vales por lo que tienes sino por lo que eres.

No nos olvidemos de incidir en la importancia de la intimidad y el pudor. Hacerles comprender que hay que evitar extravagancias, vulgaridades y exhibiciones que puedan molestar a los demás.

Dialogar, dialogar y dialogar. Poner los medios para que sus hijos adolescentes cuenten con ustedes y no con cualquier persona e informarles adecuadamente de las enfermedades de transmisión sexual. Explicarles la diferencia entre amor y emoción, la anticoncepción, las mentiras del sexo seguro, la teoría de género… Enseñarles que para amar hay que conocerse y tratarse.

Debemos enseñarles cómo y por qué decir que no. Transmitirles de forma clara el respeto de uno mismo y el autocontrol. Hacerles comprender la verdad y el significado de la sexualidad: hombre y mujer son diferentes y complementarios, el nacimiento de los hijos es un regalo lleno de responsabilidad…

Tratemos de prevenir los contenidos televisivos perniciosos, enseñándoles a ver una televisión de calidad y fomentando un espíritu crítico ante la programación, además de inculcarles un uso moderado de la misma.

Conviene educar a nuestros hijos en el buen uso de las nuevas tecnologías (NNTT), que no solo sirven para estar en contacto, para hacer nuevos amigos, para buscar información, escuchar música y en general, para desarrollar su propia cultura, sino para mejorar las relaciones personales, familiares y sociales. Para ello, tenemos la obligación de conocerlas y saber manejarlas. Como dicen por la red, el problema no es la máquina sino el hombre que la usa. Todo depende del tiempo que se dedique y la capacidad crítica que se ejerza a la hora de saber situarlas en su justo lugar.

Nunca debemos olvidarnos de respetar su libertad: Debemos encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina estando siempre atentos a ayudarles a corregir ideas y decisiones equivocadas. En cambio, lo que nunca debemos hacer es secundarlos en sus errores, fingir que no los vemos o, peor aún, que los compartimos como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano.

Considero fundamental saber tomarse la vida con buen humor, no asustarse nunca ante los comentarios y preguntas de nuestros hijos. Saber mantener a cierta distancia los problemas que se nos presentan, máxime cuando estos sean de gran calado, cuidándonos de que no nos atrape en sus redes la tristeza, la desesperación, el miedo e incluso, la depresión.

El amor no es cosa que se aprenda, ¡y, sin embargo, no hay nada que sea más necesario enseñar! (Juan Pablo II).

Fuente: Catholic.net